La cultura es una de las columnas de cualquier sociedad; el fomento, gestión y difusión de eventos y actividades culturales propician la conformación de la identidad de la humanidad, por lo que la difusión es de suma importancia para el acercamiento de la gente a otros contextos políticos, históricos y sociales: tradiciones, países y miradas. El generar nuevos públicos y consolidar los que ya se tienen es un proceso complejo, no sólo se necesita actualizar la oferta sino también darle al público de casa lo que quiere.
Bajo esta lógica la Cineteca Nacional tiene como obligación promover el cine de calidad entre todo tipo de público, así como la formación de nuevos cinéfilos. Sin embargo, en las últimas dos décadas la Cineteca Nacional fue perdiendo público debido a la disminución de la calidad de sus exhibiciones, particularmente durante ciclos, foros y muestras nacionales.
Las proyecciones comenzaron a verse cada vez peor: las críticas y quejas de los espectadores nos se hicieron esperar ante los cortes accidentales y el pésimo sonido. Cabe destacar que la educación de sus asistentes también dejó mucho que desear: pláticas durante la transmisión de películas, la estridencia de las envolturas de dulces, gente que no dejaba de hacer ruido ni de saltar sobre las escandalosas butacas, e incluso el maltrato a las salas.
Según Paola Astorga, directora de la Cineteca, el recinto revisó el comportamiento de sus usuarios y se percató que la gente ya no paga para ver una película como Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953), Ensayo de un crimen (Luis Buñuel, 1955) o filmes fundamentales en la historia del cine; el público joven prefiere ver los estrenos.
Paradójicamente la Cineteca Nacional apostó por ampliar la capacidad de sus salas. La matriz sobre Avenida México Coyoacán fue cerrada a principios del 2012 para buscar una nueva etapa con una inversión de 540 millones de pesos. A pesar de que todavía faltaban por terminar el Museo del Cine, las salas del antiguo edificio y algunos detalles, Consuelo Sáizar, directora del Conaculta, reinauguró el espacio dedicado a la cultura cinematográfica a principios de noviembre.
Año con año, la institución efectúa ciclos temáticos, programas dobles, foros, retrospectivas, estrenos, semanas dedicadas a diversos países, festivales de cine y la exhibición mensual de un Clásico del Archivo, así como una serie de foros de discusión, conferencias, debates y encuentros con creadores. Por desgracia, aunque su labor de preservación del patrimonio fílmico de la nación ha buscado consolidarse con los años, aún no tiene un sólido sistema de restauración y conservación de la memoria fílmica nacional.
En estos momentos continúan las obras de remodelación en este espacio público que más allá de ser un simple lugar donde se exhibirá cine internacional y las producciones mexicanas, busca ser un proyecto que revolucione los centros culturales. La inclusión del Museo del Cine, Laboratorio de Restauración Digital, la Ludoteca, Videoteca Digital, entre otros espacios, es parte de un proyecto cultural que podría fomentar la cultura cinematográfica en el espectador. Todo el complejo apoya no sólo a la difusión de nuevas formas de apreciar una película con las proyecciones al aire libre, sino que también busca incluir al visitante en otras actividades que se relacionen directamente con su educación.
“Lo que está previsto para el foro al aire libre es mantener una programación en la cual esté de manera continua la historia del cine mexicano y mundial de manera gratuita”, agregó Astorga para el periódico La Razón.
Sin embargo los resultados no sólo se verán reflejados con la finalización del espacio arquitectónico, necesitará mantenerse la programación, así como el uso constante de sus áreas para la recreación y fomento del cine, como difusor de la cultura dentro los próximos sexenios.
Por Sofía Huerta
