No disfruto la violencia pero hay un público para todo: Miguel Bonilla

Pablo Juan Kramsky (Alfonso Borbolla) es un escritor frustrado atrapado en un trabajo como editor de un periódico de nota roja, sin futuro y poco reconocimiento. Un buen día unos criminales se meten a su departamento y roban su equipo de sonido, la televisión y la computadora que contenía el bosquejo de su novela. Impulsado por su amigo Robert (Darío Ripoll), Kramsky decidirá hacer justicia con sus propias manos y se convertirá en un vigilante, en un vengador anónimo.

Diente por diente (2011) es la ópera prima del director Miguel Bonilla Schnass, productor de cintas como Los bastardos (2008), Río de oro (2010), Viaje redondo (2009), entre otras. En su debut, Bonilla se sumerge en el mundo de la nota roja para contar una historia llena de humor negro y momentos patéticos, aunque –considerando su tema– con poca violencia en pantalla. Es una comedia atípica dentro del panorama del cine nacional.

Butaca Ancha (BA): ¿Cómo se acercaron al proyecto?

Alfonso Borbolla (AB): A mí me hablaron para un casting, yo no conocía a Miguel. Fue una historia divertida porque cuando me pasaron la escena con la que iba a hacer la audición —yo siempre me he dedicado más a la comedia (es uno de los cómicos principales del programa Mikorte Informativo) mucho más fársica y gestual— preparé una audición dramatíquisima, un dramón tremendo y cuando fui a la audición con Miguel me dijo “muy bien, ahora pensemos más en una onda Woody Allen”. Entonces descansé, dije “puta, qué bueno, eso se acerca más a lo que yo conozco mejor”. De ahí arrancó un proceso muy divertido y enriquecedor de trabajar en lecturas con Mike y los otros actores. No fue un proceso, como a veces es en cine, que lees el guión en tu casa y llegas te dicen acción y al ahí se va. No son procesos cercanos a los actores, está más enfocado a las luces, la cámara, la estética, el movimiento y los actores a veces no tenemos esa comunicación y ese trabajo de ensayos, aquí sí lo hubo.

Darío Ripoll. Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

Darío Ripoll. Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

Darío Ripoll (DR): A mí lo que me atrapó fue el guión. Me llamaron y me dijeron “te vamos a presentar para que el director te vea, es Diente por diente, te mandamos la escena para que la leas”. Ya después leí el guión y me enteré que muchos actores muy prestigiosos lo habían leído y estaban interesados en hacer la película. Me di cuenta que el guión era diferente, afortunadamente pasé el primer filtro, conocí a Mike, hicimos un par de escenas, pasó un tiempo y dije “ya no me quedé”. Pasó mes y medio y me dijeron “te quedaste en la película”. En adelante, fue un proceso creativo muy interesante, una película muy relajada, muy divertida. La verdad es que yo creo que si la gente va a verla al cine, la va a disfrutar mucho.

BA: Dentro de su proceso de construcción, ¿contactaron a algún periodista?

Miguel Bonilla Schnaas (MBS): Escribí esta historia a partir de que entrar a robar a mi casa pero ya tenía la experiencia de trabajar en la industria editorial. También hice un programa para televisión en donde estuve conviviendo mucho con periodistas de nota roja, de hecho pasé días trepado en la ambulancia donde van todos los fotógrafos persiguiendo este tipo de notas. Algo de eso se me quedó para construir esta ficción, esta oficina, este periódico que se llama Alarido. De repente se me acerca gente que se dedica al periodismo y me dice “oye esto no pasa así”. Es una ficción, si de repente algo que trata de ciencia lo ve algún científico dirá “esto no es detalladamente así”. Para la gente normal, pasa. Es un trabajo, hay una oficina, hay una redacción y es el espacio que yo escogí para desarrollar la historia con el antecedente de que trabajé en la industria editorial un tiempo y de que conocí a personajes de la nota roja.

AB: Específicamente con algún periodista, no. Me acuerdo que sí empecé a comprar estos periódicos (los de nota roja), empecé a ver videos, declaraciones de las Poquianchis. Adentrarme a ese mundo. No hablé con un reportero cara a cara.

DR: En mi caso, leí sobre trastornos de la personalidad. Esquizofrenia, todo este tipo de cosas, asesinos seriales. Empaparme un poquito y buscar que de eso que yo había leído podía enriquecer a mi personaje. Obviamente, el trabajo de mesa, la lectura, los ensayos te van ayudando a visualizar hacia dónde quieres llevar el personaje. Me empapé de trastornos de la personalidad que son muy claros en Robert.

Alfonso Borbolla. Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

Alfonso Borbolla. Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

BA: El periodismo de nota roja tiende a generar morbo, ¿creen que la película también lo haga?

MBS: Creo que no. No creo que el motor para que la gente vaya al cine a ver la película sea el morbo. Más bien será el humor, el pasarla bien, el entretenimiento, el reflejarnos, el humor negro y la posibilidad de hacer una reflexión de lo que vivimos en México.

AB: También creo que no. Sobre todo porque la película no lo muestra. No vemos sangre, ni descabezados, ni cosas gore. El asunto de este mundo de la nota roja, nos ayuda a plantear una situación y una plataforma sin ser una crítica a la nota roja. No estamos acudiendo a esta parte, va por otro lado.

DR: Creo que va a ser muy entretenido para la gente ver una película con un personaje como el que interpreta Poncho, de un ser que nunca le ha ido bien en la vida, que es un ser gris. Con muchas broncas personales y de la noche a la mañana se vuelve un vengador que la sociedad pide a gritos. Será interesante que la gente vea un ser así y luego llegue a ser un vengador impulsado por los medios de comunicación.

AB: No vemos específicamente ese mundo de la nota roja, del morbo de la sangre. Sí vemos el mundo de los medios de comunicación. Finalmente este hombre se vuelve un vengador anónimo, un poco pese a él. Porque él no es el que se convierte en un vengador, son los medios los que empiezan a generar esta leyenda. En ese sentido, la película sí habla de los medios. No sólo de esos, sino de todos.

Miguel Bonilla. Foto Mariana Mier (@marianayayaya)

Miguel Bonilla. Foto Mariana Mier (@marianayayaya)

BA: El personaje principal termina convirtiendo sus crímenes en una novela, ¿puede el crimen convertirse en arte?

MBS: Está el caso de (Enrique) Metinides. Sí, creo que hay un público para todo. Yo no disfruto mucho de ese tipo de propuestas estéticas y artísticas, me parece que son muy agresivas. Muy violentas. No disfruto de la violencia, pero hay un público para todo. Hay un público para la violencia, métete a Internet. Hay hasta para películas donde abusan de niños. Diente por diente no es una película que muestre violencia, va más a un conflicto de personaje, uno frustrado en todos los sentidos que busca una válvula de escape y tiene, de repente, una formulita de un éxito pasajero. Al final, como dices, toda su experiencia la convierte en una novela, pero Kramsky, independientemente de que haya vivido su semana más loca en la película, lo primero que tenía que hacer antes de llegar a trabajar a un periódico de nota roja era ponerse a escribir una novela. Porque este personaje lo que quiere es ser novelista. El lastre que carga, toda la amargura y frustración, es debido a que el personaje no ha enfrentado el hacer lo que quiere, no ha corrido riesgos y está en un lugar de confort, en la mediocridad de su vida no conforme con nada. No ha enfrentado el reto de “yo soy escritor” y que realmente se crea novelista. Ahí es donde se cierra la historia, él tiene que enfrentar lo que dejó de hacer.

BA: ¿Es su catarsis?

MBS: Exactamente, tú ponte a hacer lo que quieres. Ser novelista es trabajo de horas nalga, ponte a escribir tu novela. Me parece que eso dignifica al personaje personalmente, para él. Vemos que buscó ser un vengador anónimo, un justiciero, y abusar de estas cosas para tener éxito profesional. Quiso entregarse a la justicia y no pudo, porque no le creen. Es tan gris que no le creen que él sea el vigilante, por eso termina así la película, se dice el cliché este de el crimen no paga y él dice sí, pero la justicia tampoco. Tiene que asumir este reto de hacer lo que tenía que hacer desde un principio, que es asumirse como novelista y ponerse a escribir su novela. Así se redime un poco el personaje.

Por Rafael Paz (@pazespa)
Fotos por Mariana Mier (@marianayayaya)

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