El futuro perfecto y la torre de Babel

Uno va cómodo por la vida hasta que es forzado a enfrentarse a otra realidad.

El sin duda entrañable filme El futuro perfecto (Argentina, 2016), dirigido por la alemana Nele Wohlatz, cuenta la historia de Beatriz (Xiaobin Zhang), una joven china de dieciocho años que llega a Buenos Aires a alcanzar a sus padres, quienes migraron años atrás y parecen no interesarse mucho en ella.

El hilo conductor son sus clases de español, donde nos va narrando sus experiencias, nuevas sensaciones y, sobre todo, confusiones. El aula es su escape, el espacio donde puede expresarse y volcar sus más profundas inquietudes. Las conversaciones que se desarrollan en ese espacio van guiando el filme a forma de narrador.

El título hace un juego de palabras con tiempo verbal que Beatriz aprende junto con sus otros compañeros chinos. Para practicarlo debe imaginar situaciones hipotéticas, tanto el futuro que parece avecinarse como en su situación ideal.

El primer largometraje de ficción de Wohlatz va sin prisa pero sin pausa. Se toma el tiempo necesario para llenar al espectador de pequeños detalles de la vida diaria, y sorprenderlo –tal y como lo hace el personaje– con las novedades que se atraviesan en el camino.

Los encuadres no se distraen, sino que se centran solo en aquellos que tienen un peso fundamental en cada momento. Todos los demás aparecen de forma parcial, ya sea en voz en off, tomas abiertas o incluso de espaldas.

Pensamos en Asia como un lugar lejano y misterioso, absolutamente incomprensible. Una cultura distinta a la nuestra de forma radical. Sin embargo, cuesta trabajo invertir la situación e imaginar lo que implica para ellos llegar a nuestra realidad.

Adaptarse a otra realidad ora sí que “está en chino”. La barrera de las nacionalidades se hace evidente por medio del idioma. Se refleja el peso que las culturas le dan a la necesidad de preservar las tradiciones cuando se encuentran en un lugar ajeno. Sin embargo, la pluriculturalidad es una consecuencia lógica de las migraciones.

El conflicto de Beatriz comienza cuando se enamora del hindú Vijay (Saroj Kumar Malik), lo cual abre una nueva gama de posibilidades para su futuro, ya que su familia pretende que, incluso lejos de casa, se case con un connacional.

Su mal español es la forma que tienen los enamorados de comunicarse, lo que limita a la pareja las posibilidades de expresarse con palabras, y se ven obligados a comunicar lo básico, guardando para sí las reflexiones internas más profundas y recayendo todo el peso en sus acciones.

Es una película encantadora, cuya fuerza está en su sencillez. Plantea la situación migratoria desde una nueva perspectiva, y nos muestra la tortura de adaptarse, cambiar y cuestionar ideas preconcebidas.

El futuro perfecto no existe, pero eso no impide imaginarlo.

Por Indira Cato

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