MUBI Presenta: ‘Los muertos’ de Lisandro Alonso

La acción trivial, como andar, comer, mirar, es un portal hacia el interior del hombre. En las acciones menos pensadas se proyectan las infinitas maquinaciones de la psique. Sin embargo, es necesario hilarlas con el discurso y la premeditación para obtener una imagen si no completa, al menos clara, del hombre, porque el ser está en los motivos. Es evidente, por esto, que a Lisandro Alonso no le preocupa el ser, sino el estar.

En Los muertos (2004), Alonso nos presenta no el retrato, sino la presencia de un hombre, quizá todos los hombres, en el mundo. Vargas (Argentino Vargas) aparece a cuadro por primera vez en una larga toma que simula una búsqueda, y que al encontrarlo no nos lo muestra. Entre follajes y plantas, la mirada como de ave descubre dos cadáveres y después la mano y el cuchillo, aparentemente, de Vargas. En la acción más significativa durante la cinta, y acaso en la vida de Vargas, Alonso nos niega su rostro. A su protagonista no lo define una acción violenta, sino la sucesión de menudencias que forman su vida dentro y fuera de la prisión donde paga su crimen.

El viaje que ocupa la mayor parte de la película transcurre sin sobresaltos. Comprar regalos, recibir una felación, matar una cabra y destriparla, son acciones contempladas con naturalidad. La ausencia de dramatismo entre estos instantes y en ellos mismos nos revela no sólo el interés de Alonso, sino su pensamiento: la universalidad existe en la aparente poquedad de lo cotidiano. Para él existe un solo arquetipo, el hombre. El hombre, por cierto, que caza, que recolecta, que se abre paso en la naturaleza; el hombre que regresa. Por supuesto que hay un elemento homérico en el viaje, pero la odisea de Vargas es una sin obstáculos, una subversión de la aventura, y, por ello, una visión de la vida en su majestuosa insignificancia.

Cuando Vargas llega a su destino, la casa de su hija, también nos perdemos de la última gran acción de su estancia en pantalla. De nuevo, Alonso prefiere el silencio de la trivialidad ante el escándalo de la consecuencia. El valor de la vida, si lo tiene, es inherente a ella misma. Es una especie de existencialismo el que motiva el estilo de Alonso, pues si la muerte y el reencuentro son insignificantes, podríamos preguntar: ¿Qué sí es importante? La existencia. Nuestro paso por el mundo, condenado al olvido y a la libertad. Si no importa qué hagamos, sólo importa que hagamos no en nombre de la trascendencia, sino de la supervivencia. Bob Dylan escribió: “Olvida los muertos que has dejado, ellos no te seguirán”. Alonso muestra que, una vez pagada la condena, nos quedamos, en efecto, solos. Ante la muerte, sólo queda vivir.

Los muertos se presenta actualmente en Mubi, pueden probar el servicio de manera durante 30 días en el siguiente enlace: mubi.com/butacaancha

Por Alonso Díaz de la Vega (@diazdelavega1)

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