La forma en que comprendemos el mundo, en la que lo leemos, es generalmente maniquea. Una división de extremos que no logra conciliarse. Tratamos de permanecer en el extremo más luminoso y, cuando habitamos el sombrío, lo rechazamos más que comprenderlo. Sin embargo, pensamientos y prácticas brillantes desde la antigüedad han tratado de hacer otras lecturas de carácter dialéctico. En su sistema ético (Ética Nicomaquea), Aristóteles apostaba por un justo medio, un punto central entre los extremos de las pasiones que permitiera una decisión correcta, decisión que siempre tiene consecuencias sociales. En la práctica budista los contrarios son apariencias, no hay tales cuando se comprende que en el mundo sólo se está; cuando el yo ha sido deconstruido. En el mundo moderno, Hegel recupera un método dialéctico para establecer su filosofía y las grandes figuras que lo heredan, cuyo alcance se puede apreciar en Derrida o Didi-Huberman. Uno de los ejes principales que Intensa mente (Pete Docter, 2015) plantea es la participación de emociones complejas en el aprendizaje, y éstos, complejos también, son híbridos que, para ser analizados, más que diseccionarlos y dividirlos, hay que recuperar su tensión. Siempre hay un tercer camino (o cuarto o quinto), que es lo que Los exóticos (2013), de Michael Ramos-Araizaga, trata de reflejar.
En el imaginario del mexicano, la lucha libre tiene un lugar fundamental. Uno de los rasgos que la caracterizan de otras prácticas en el mundo es su parafernalia. Máscaras, capas y texturas brillantes que contrastan en el escenario-cuadrilátero. Técnicos y Rudos en luchas infinitas, exponiendo la calidad de la escuela o la inteligencia de la calle, del barrio. En este mundo aparentemente propio de atletas recios y tradicionales, aparece desde la década de los cincuenta un luchador que transgrede ambos estereotipos: el exótico. El documental de Ramos-Araizaga (de camino recorrido principalmente en el cortometraje) trata de exponer la evolución de los exóticos, desde sus primeras apariciones (Lalo el exótico en El luchador fenómeno, Fernando Cortés, 1952; o El bello califa en Huracán Ramírez, Joselito Rodríguez, 1952) donde eran peleadores elegantes y finos pero grandes atletas (en voz de los entrevistados), hasta las nuevas generaciones que realzan su personajes con maquillaje, plumas y pelucas.
Las contradicciones son parte del movimiento histórico y social. Los mismos luchadores no saben si están de acuerdo o no con el gladiador que transgrede su imaginario; el tiempo rebasa su formación mexicana-tradicionalista. Gladiadores que fueron exóticos en décadas anteriores hacen una apología de sus personajes y sus logros en contraste con los actuales: “antes no nos pintábamos, no éramos vulgares, no besábamos”. La aparente diferencia estriba en que el exótico de los cincuenta era un peleador elegante y fino (pero heterosexual; uno, al parecer, muy comprometido con su papel), y el actual es un “homosexual declarado”. En 1995, en un programa de Televisa de nombre lúcido y atrayente (“¿Y usted qué opina?”) entrevistan a varios gladiadores, entre ellos Blue Panther, quien aclara que una cosa es ser exótico y otra homosexual, que la lucha debe limpiarse y sanarse porque la están denigrando. Un Panther ya sin máscara y desangelado hizo dupla con Máximo (exótico) en contra de Villano IV y Cassandro (exótico también) en 2013: los contenidos históricos y sociales cambian; también el dinero.
La historia de cada personaje es la historia de las lesiones. Cassandro, con una rodilla lesionada y cojeando, pierde su cabellera en contra de Ray Mendoza y Villano IV en su octavo encore. Lastimado en la semifinal, Cassandro es sacado en hombros por el staff; no en camilla, como establecen las condiciones de seguridad para poder llevar a cabo una batalla. En marzo de este año murió El hijo del Perro Aguayo en un combate en Tijuana. En los videos vemos cómo no hay protocolos de seguridad ni primeros auxilios. Las promotoras nunca empatan.
Hay peleas que son heroicas, perduran en nuestra memoria, (Atlantis vs Mano Negra, Black Warrior vs Místico), documentales, ficciones y docuficciones rigurosos, bien encuadrados, unitarios, con un montaje ágil y de un ritmo necesario. Los exóticos tiene un carácter crítico e inclusivo y su narración desde la diversidad se hace patente, pero en el encordado, se vio caer su cabellera.
Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)
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