MUBI Presenta: ’75 habitantes, 20 casas, 300 vacas’ de Fernando Domínguez
Cuando Heidegger plantea la pregunta acerca del sentido del ser, la interrogante condensa una de las preocupaciones más arraigadas en la historia de occidente. La asociación entre qué es aquello que nos hace ser algo y no otra cosa y el sentido de ese algo, ha tratado de explicarse desde distintas esferas del conocimiento; sin embargo, uno de los elementos que atraviesa casi toda exposición es el tiempo. La memoria es una forma de apropiarnos del tiempo, de experienciarlo; sin ella, nuestra identidad, nuestra subjetividad, es una imagen rota, escindida y perdida.
La ópera prima de Fernando Domínguez (2011) es un documental que busca la reconstrucción de la infancia y adolescencia de Nicolás Rubió, un catalán que huyó con su familia de la Guerra Civil española y se refugió en Vielles, un cronotopo al sur de Francia. La apropiación del tiempo es fragmentaria, la imposibilidad del recuerdo de la imagen (nuestras imágenes) completa, nos hace finitos, falibles y, por ende, nuestros recuerdos llenos de claroscuros se vuelven narraciones que sólo al enunciarlas encuentran sentido, nuestro sentido. Por ello, el fragmento condensa una fuerza del recuerdo y potencia en quien lo escucha, en quien lo traduce en su memoria y su temporalidad. 75 habitantes, 20 casas, 300 vacas es una narración fragmentaria de los recuerdos del pintor catalán, que busca al mismo tiempo, en su forma plástica, condensar la imagen-narración. El documental abre con close ups de las manos y el oficio de Rubió; el lenguaje plástico será una constante tensión de tomas sumamente cerradas y planos abiertos de respiración más larga, de un ritmo distinto (porque la memoria recuerda en distintos tiempos).
Diversos recursos narrativos nos tratarán de guiar por la enorme casa de la memoria de Rubió: su voz en off que se cuenta a sí mismo, animaciones de sus obras que por momentos pasan del óleo a la acuarela y, por otros, se pierden en divagaciones de colores, como cuando no nos encontramos en nuestros recuerdos. Imágenes, más que historias articuladas, son las que guían nuestras primeras memorias; por ello, el documental es un híbrido entre la invención pictórica de Rubió y el tránsito verbal por ellas. Sus obras están sustentadas en escenas y figuras específicas: La profesora de gran busto que inicia al infante en su curiosidad sexual, la casa de la señora Panisse, los bueyes pastando en las mañanas espléndidas y el cartero heroico y sediento del pueblo se configuran de tal forma que a manera de espejo hablan del pintor, del niño, del hijo de burgueses que busca la compañía generosa del pueblo y sus animales y su simpleza.
Largas pausas, planos divididos, juegos de iluminación donde la luz trata de atrapar el recuerdo y la sombra busca retener el equilibrio y la guitarra de Pablo Grinjot que hace ameno el recorrido, nos tratan de situar en un tiempo remoto, en un lugar que puede ser cualquier lugar pero su especificidad lo hace Vielles; en una memoria empecinada en saber cuántas ventanas tiene la casa de la infancia -cuántas veces no hemos tratado de recordar el aroma a invierno, obligar al tacto a reconstruir una orquídea, un labio o una cintura-, una pintura que espera completarse y para ello son necesarias las otras narraciones, las que nos consturyen también; las de los seres queridos.
La búsqueda improbable de lo extraordinario (lugares comunes de la modernidad, de las construcciones culturales, de idealizaciones insatisfechas) nos aleja de lo cotidiano, de la experiencia (en su sentido más primigenio) olvidada por una búsqueda ciega, de la tangibilidad de lo nimio, de lo simple, de lo aparentemente vacío. Domínguez nos recuerda que el tiempo está completo, que es suficiente la luz de la tarde, la palabra querida, un toro lleno de flores o un niño haciéndose hombre al empuñar por primera vez un “cortaplumas”, para narrarnos, para encontrarnos y para sabernos; que los grandes metarrelatos carecen de sentido cuando nuestra experiencia está vacía. Sólo estamos tranquilos cuando hemos recuperado la imagen, y ni entonces.
Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)
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