‘Mil nubes de paz…’: Obsesión amorosa

Gerardo es un joven solitario que mantiene ocasionales encuentros sexuales con distintos hombres hasta que conoce a Bruno, de quien, a pesar de no saber casi nada de él, termina completamente enamorado. Bruno parece corresponder a esos sentimientos y durante un par de días tienen una intensa relación amorosa. Cuando Bruno desaparece misteriosamente sin dejar rastro, más que una extraña y confusa carta, Gerardo se obsesiona con encontrarlo y se dedica a recorrer la Ciudad de México tratando de encontrar a alguien que le pueda ayudar a interpretar dicha carta para poder entender la razón de la repentina desaparición de su amor.

Julián Hernández basa su ópera prima en la relación que tuvo el director alemán Rainer Werner Fassbinder con su amante Armin Meiern, de quien decidió alejarse después de cuatro años de estar juntos, tomando como pretexto una invitación al Festival de Cannes. Lo único que Fassbinder le dejó a Meier fue una extensa carta donde le ponía fin a la relación. Armin, al ser analfabeta, buscó por las calles de Múnich a alguien que le leyera lo que decía la carta. Al enterarse del contenido Meiern, hundido en la tristeza hablaba de reencontrarse con Fassbinder para arreglar su situación, lo que nunca ocurrió ya que Meiern terminó suicidándose.

Hernández logró sacar adelante su largometraje en 2003 tras cinco largos años en los que se enfrentó con muchas trabas en el camino; principalmente por la homofobia que había en la industria y la comunidad cinematográfica en México. El director del IMCINE en aquél entonces, Alfredo Joskowicz, incluso le negó el apoyo en un principio al argumentar que “el IMCINE no apoyaría películas de maricones”. Pero realmente es una posición muy ambigua encerrar la película, y en general el cine de Julián Hernández, en la categoría de cine o películas gay, lo que muestra en sus obras es la complejidad de las relaciones humanas.

En el caso de Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor Hernández hace un retrato de una sociedad que ya se ha olvidado de la necesidad que tiene de dar y de recibir amor. El personaje de Gerardo busca ayuda, alguien que le dé una explicación que lo haga dejar atrás el vacío por el que atraviesa, que termine con su soledad, pero nadie es capaz de ayudarlo; todos han olvidado lo que es amar, el percibir que alguien corresponde a los sentimientos que se le tienen a ese ser especial.

El dolor y el solitario pesar de Gerardo es mostrado con una mezcla de narración en off de la carta y los diálogos de los diversos personajes con los que se encuentra en su andar. Gerardo habla poco, utiliza monosílabos de vez en cuando, su tristeza se ve en sus ojos, en su caminar, todo lo que tiene que decir lo hace hacia sus adentros, reflexiona y se expresa en el silencio, “Las palabras me parecen de lo más cobarde” menciona Bruno en un fragmento de la carta.

Los espacios de la Ciudad de México juegan un importante papel dentro de la trama. Los escenarios mostrados rompen con los clichés de mostrar el lado “bonito” de la ciudad y los personajes se desenvuelven en lugares solitarios, oscuros, viejos y descuidados. Esos rincones de la ciudad donde la vida no es color de rosa y la gente debe luchar día a día  para salir adelante.

Los muros de ladrillo gris sin pintar que, combinado con la gran fotografía en blanco y negro de Diego Arizmendi, la vuelven homogénea, sin chiste, con poca vida. Una ciudad que guarda millones de personas ensimismadas que ya no se dan tiempo para relacionarse, para vivir con intensidad la compañía del otro, de la pareja, hombre o mujer. Una ciudad consumida por sí misma en la cual, Gerardo lucha por no perder lo poco que le queda de la esperanza de poder seguir con esos sentimientos que están a punto de desaparecer, esa difícil lucha de no resignarse a dejar ir al amor.

Por Luis Arredondo

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