Macabro | ‘Super 8 Madness!’ y la memoria atemporal

A mediados de la década de los sesenta, la Kodak sacó al mercado un formato cinematográfico de uso doméstico: el super 8. Las familias de clase media tenían la oportunidad de hacer películas con una mejor resolución y calidad; sin embargo, cineastas jóvenes, amateurs y cinéfilos, comenzaron a filmar con estas cámaras de fácil uso y movilidad. El bajo presupuesto no era impedimento para materializar una idea a pesar del deficiente sonido, foco y dificultades para iluminar. El auge de las películas en este formato se dio en los setenta, pero en Francia, a finales de los ochenta, el editor Jean-Pierre Buttets de la revista MadMagazine crea un festival para exhibir películas de género en formato super 8.

Super 8 madness! (Fabrice Blin, 2014) es el documental de los seis años que duró el festival de super 8 en Francia.  Jóvenes y adolescentes anegados de estética gore y películas de serie B construían secuencias irrisorias, inteligentes, innovadoras y siempre, siempre con sangre chorreando por todos lados. El cine de terror y suspenso ha sido una de las vías para hacer crítica social a través de sutiles metáforas o para describir las perversiones de la naturaleza humana; sin embargo, hay un tercero excluso: el cine como goce, disfrute de la adrenalina y la risa. Narrar una historia impecable, con un subtexto y complejas analogías, es comúnmente indiferente al adolescente iniciado, al muchacho (llama la atención que sólo una mujer directora haya sido entrevistada; no en el sentido de la producción, sino que al parecer en los setenta y ochenta eran pocas las mujeres que dirigían) con ganas proyectar su imaginario y las ganas destazar entidades tóxicas-alienígenas-monstruosas. La creación como sublimación y la risa colectiva de un teatro lleno como catarsis. Si bien las herramientas tenían limitantes, ello no impedía que hubiera filmes con carácter cinematográfico y de gran valía; uno de los talentosos directores que dieron a conocer su trabajo en el festival, Bruno Lermechin, ganador del premio en dos ocasiones, murió sin haber concluido su tercera animación; por ello, la memoria fílmica recobra su fuerza atemporal.

La estructura del documental de Blind, contrario a la transgresión y ruptura que propone en su contenido, es usual: material de archivo editado y entrevistas a directores y participantes a cuadro. Blind no arriesga en la forma de narrar una época y un grupo de gran fuerza y autogestivo. La virtud consiste en el contenido; la necesidad de exponer una historia del cine marginal por su formato y por su género. Narrar la historia a contracorriente, rescatar del olvido los pedazos que no encajan en la hegemonía, coleccionar lo que todos desechan y reconstruirla de tal manera, que lo que en algún momento fue transgresión, autogestión y manifestación lúdica, quede en un documento para que el presente siga bebiendo de las ganas de hacer estallar el camino aparentemente unívoco.

Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)

Toda nuestra cobertura del décimo cuarto Macabro FICH.

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