‘Luna de miel’: el simple cotilleo gore

Un hombre obsesionado, furioso e histérico secuestra a una caperucita indefensa. La lleva a un sótano lúgubre, y, como dirán las buenas costumbres, la hace suya. El poder que ahora puede ejercer sobre ella, lo hace cometer cada vez actos más, o menos, atroces contra su anatomía y psicología. La duda se extiende hasta el punto más crítico: ¿logrará ella salvarse?

Luna de miel (2015) es un torture porn de plantilla, sin diferenciación más que ser producido en México. Y aunque la geografía lo destaca (pues producir cine de terror en este país es ya de por sí un via crucis) no lo exime de sus pecados. La cinta aporta poco al género y al tópico, más allá de unos efectos notables, que es lo mínimo necesario para una película como ésta, no hay otro aspecto que destaque.

Gurotesuku (2009) es, para mí, una cinta que podemos relacionar con la película de Cohen. Pues aunque el desarrollo de la trama es disímil, la temática resulta parecida. El amor, o por lo menos la manera en que nos han hecho creer en éste, como móvil para la tortura extrema; la exhibición física y grotesca del cuerpo, para retratar la fragilidad de la condición social humana y su mentira sentimental. El ser humano como un animal imaginativo que se construye un yo irreal y, muchas veces, enfermo.

La diferencia es que, mientras la cinta japonesa expone sin temor la crítica social que enjareta, la mexicana es tímida de sí misma y sólo busca mostrar enfermedad y sangre. Lo hace bien, el presupuesto se nota, pero ante la realidad imperante en la red audiovisual de la época: ¿qué no hemos visto ya?

Y no pretendo caer en la perversión de que más es mejor, y que cada nueva película nos debe dar más, pero ante la reciente muerte del padre del gore, Hershell Gordon Lewis, y a más de 50 años de la cinta que le diera el mote, pregunto: ¿en realidad hemos progresado? Que la sangre se vea más roja, o los huesos más blancos. refieren, tal vez, una pericia técnica; pero que ventaja muestra si las historias siguen siendo, prácticamente, las mismas.

*Alerta de Spoiler*

Tal vez el único punto a tratar en Luna de Miel sea ese final benevolente, tan repetido en el cine mexicano, donde nada pasa y todo se arregla; los buenos acaban bien y los malos reciben su merecido. Pues a diferencia de la cinta de horror japonés que cité, no se permite que el mensaje final sea dado, y que el choque ideológico que la película propone (presión social hacia el individuo) termine por difuminarse en el simple cotilleo gore.

Por Ali López (@al_lee1)

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