‘Los indestructibles 3’: El “recambio” generacional

La franquicia de Los indestructibles (The Expendables, 2010) nació como una broma nostálgica. Imagino que Silvester Stallone vio el capítulo de Mel Gibson en Los Simpson y se preguntó lo mismo que ellos: “¿Cuándo dejamos de amar al hombre del lanzallamas? ¿Cuándo las estrellas de acción dejaron de transpirar testosterona y orinar esteroides?”. Así, el proyecto proponía una vuelta a ese tipo de cine macho. La fórmula no funcionó del todo porque varias de las grandes estrellas se negaron a participar al no oler un cheque gordo y, otras, no pasaban del cameo –Willis y Schwarzenegger sobre todo–; además, el guión era algo torpe. 

Sin embargo, la cinta recaudó lo suficiente para hacer viable una secuela, donde el chiste mejoró y el resultado era bastante divertido y autoconsciente sobre su espíritu paródico. No quería ser nada más y esa fue la clave de su éxito. Para su tercera parte, Stallone propone un duelo de clásicos contra modelos nuevos, buscando cimentar el futuro del proyecto. ¿Cuántas verdaderas estrellas de acción quedan en la banca? 

El grupo de mercenarios comandados por Barney (Stallone) y Christmas (Jason Statham) descubre a mitad de su más peligrosa y sangrienta misión que un viejo camarada a quien creían muerto (Gibson) se ha convertido en el traficante más “in” alrededor del mundo y ha desarrollado un gusto impecable por la pintura contemporánea. Barney está decidido a saldar cuentas, pero temiendo la muerte de sus compañeros, decide inyectarle sangre nueva al equipo y mandar a los veteranos a un lindo retiro. ¿Podrán cumplir su misión? ¿Lograré dejar de rematar los párrafos con preguntas?

Resulta obvia la necesidad de crear nuevos cuadros si el chiste quiere continuar de manera indefinida; si la estructura se mantiene, los personajes serán la variable. El problema es la falta de calidad actoral en los novatos, los curtidos –Antonio Banderas, Wesley Snipes (robándose escenas a granel), Gibson, Harrison Ford– cuentan con el aura suficiente para sacar adelante sos roles sin despeinarse. Cuando Glen Powell, Victor Ortiz, Ronda Rousey o Kellan Lutz –ya 30 Rock había abordado su limitado rango como actor– entran a escena, la película cae en un bache, su presencia aporta poco porque no pasan de ser maniquíes que lucen bien a cuadro. 

Tampoco resulta sencillo insertar frescura a la nostalgia. Las mayores estrellas de acción de los últimos 20 años –Cruise, The Rock, Diesel, ¡Neeson!– no iban a aceptar entrarle al juego de Stallone. Es un caso de comprar barato y esperar que la apuesta rinda sus frutos. Por eso resulta decepcionante la  idea de Stallone de hacer una versión just for girls de Los indestructibles, con las grandes estrellas femeninas de acción. ¿Por qué no incluirlas aquí? Su inclusión sería mucho más orgánica para el proyecto y su rango de actuación es cosa probada. ¿No merecería Sigourney Weaver patearle el trasero a Randy Couture? Ese macho le saca con las nenas.

Los indestructibles 3 (The Expendables 3, 2014), igual que sus predecesoras, es un verdadero churrazo: divertido, claro, de esos que se disfrutan mejor con dos litros de azúcar y un puño de palomitas, sin preocuparse por las ideas en el trasfondo –spoiler: no las hay– o la firma autoral de su director. La vida se vuelve increíblemente sencilla cuando Schwarzenegger intenta decir “Get to the choppa!”.

Por Rafael Paz (@pazespa)