Los caminos de la gloria sólo llevan a la tumba

El objetivo primigenio de la guerra es y siempre será la victoria. Aunque la mayoría de los involucrados la persiguen, voluntaria o involuntariamente, los motivos que los impulsan a seguir difieren mucho de términos abstractos como  justicia y libertad, y parecen más un embate por el triunfo de un fin individual sobre otro.

Paths of Glory (1957), el cuarto largometraje del director Stanley Kubrick, estructura la imagen de una aristocracia militar rapaz que busca la proliferación de sus propios intereses bajo el símbolo de un nacionalismo de conveniencia que se ondea en honor a Francia.

Kirk Douglas y el joven Stanley Kubrick en el set de Paths of Glory (1956)

Durante la Primera Guerra Mundial, el general Paul Mireau (George Macready) acepta la peligrosa e imposible misión de acabar con el fuerte alemán Ant Hill, lo que podría terminar con la deteriorada flotilla francesa asignada a la misión, por su cercanía al enemigo, dirigida por el coronel Dax (Kirk Douglas). Ante la renuencia del coronel a un ataque, que evidentemente no podrían ejecutar con éxito, las demostraciones del poder jerárquico se hacen presentes y terminan condenando la vida de tres soldados franceses, elegidos al azar, quienes enfrentan cargos por “mostrar cobardía ante el enemigo”.

El filme Paths of Glory, adaptación de la novela escrita por Humphrey Cobb en 1935 con el mismo título, retrata el lado aristocrático de la guerra a través de la presentación de personajes en un alto contraste de posturas –como se hacía en la vieja escuela: bueno-malo-malévolo(o feo)– y que, sin embargo, comparten la forma de una moral tendenciosa por la que están dispuestos a morir.

El guión se percibe en el tono algo más narrativo de la novela, que el de competencia lingüística que debería estar presente en el cine, aunque se le puede encontrar bastante interesante junto a la combinación: escena, hilo conductor y, por supuesto, actuación. Retomando una de las escena más contundentes del filme, incluida en trailer, escuchamos a Douglas decir al general Broulard, interpretado por Adolphe Menjou:

Le gustaría que le sugiriera qué es lo que puede hacer con esa promoción– coronel Dax.

Coronel Dax, se disculpará inmediatamente o lo haré arrestar en este instante– general Mireau.

Me disculpo por no haber sido completamente honesto con usted. Me disculpo por no revelar mis verdaderos sentimientos. Me disculpo por no haberle dicho antes que es un degenerado y sádico hombrecillo y que puede irse al infierno antes de que vuelva a disculparme con usted– coronel Dax.

El leitmotiv del filme, tanto como el de la novela, es la representación del concepto de autoridad y aristocracia militar a partir de una serie de circunstancias que parecen absurdas y extravagantes, pero que retoman una parte realista del lo terrible que es dejar en otro –generalmente el menos indicado para el trabajo– la tarea de decidir y, peor aún, de gobernar sobre la vida propia.

Coronel Dax y el general Paul Mireau discuten el futuro de sus soldados

 

La aristocracia militar se regodea en lujosos recintos y banquetes inigualables

Gobernar, en una de sus acepciones, está definido como el acto de guiar y dirigir por un camino determinado en razón de un fin. Hasta aquí, el término encaja perfectamente con la descripción de los generales Moreau y Broulard, en tanto que ambos buscan llegar a un punto específico, lo terrible es que en primera instancia ese “punto” no es el mismo y que seguramente tampoco representa el mejor espacio para el bien común. En este sentido, y como de los personajes depende el destino de una mayoría llamada soldados, Paths of Glory también es una micro muestra de lo político.

La idea de analizar a los personajes desde la político, inherentemente me hace pensar en un tema coyuntural en México: las elecciones presidenciales. Contrario a lo que debería ser un sistema democrático que brinda pluralidad al ejercicio del voto, la importancia de este magno evento no es quién, sino a dónde, porque del resultado depende hacia qué fin particular –ejem ejem–, hacia qué camino seremos arrastrados.

Aquí van las descripciones de los personajes y su proximidad con los tres candidatos presidenciales.

Los labradores del camino

El coronel Dax –papel que valió a Kirk Douglas un fuerte impulso en el medio- es sin duda simbolizado como un justiciero: representante de los más y detractor de los poderosos menos. A pesar de todo, la verdadera función de Dax en el filme es únicamente tratar intervenir sobre hechos de facto inamovibles, acción cuyo resultado no podría ser nada menos que sólo un intento. Dax comparte con Andrés Manuel López Obrador el perfil de redentor, también la proximidad con su ejército y la actitud de constante conflicto con casi todo.

Coronel Dax se lanza a la batalla junto a sus soldados

En el carácter de tradicionalista está el general Paul Mireau, tratando de hacer trascender su propia imagen a expensas de un ataque suicida que podría traer consigo honor y más poder. Mireau representa a los sofistas de la antigua Roma, utilizando un discurso retórico gastado, en este caso, en nombre del nacionalismo. Enrique Peña Nieto comparte con él el afanoso intento por hacer prevalecer las viejas estructuras y el uso del discurso nacionalista.

General Mireau exige la muerte de tres de sus soldados

El general Broulard es un hombre estilizado que está en constante contacto con la élite, podría decirse que representa la parte burocrática que interviene a través de las relaciones con otros actores. Lo recordamos en Paths of Glory realizando lujosas fiestas y en su ávida necesidad de encontrarse alejado de la trinchera. Es similar a Josefina Vázquez Mota en cuanto a su relación con actores de la política y el distanciamiento con ciertos temas o el género masculino, que en su campaña electoral queda notoriamente reducido.

El general Broulard no sale al campo de batalla, pero sí organiza fiestas para la alta aristocracia militar

Sean o no acertadas las similitudes y la comparación del filme con la política nacional, lo cierto es que los caminos que se construyen en razón del personal placer de la gloria únicamente conducen a la tumba, como dice el poema Paths of Grace de Thomas Gray que dio titulo a la novela y al filme.

Por Adele S. (@adelesnails)

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