‘Los Boxtrolls’: La diversión pura

Cuando un adulto o adolescente se presta a ver una película infantil -en el caso de los últimos probablemente obligado por los padres, para así pasar un domingo familiar viendo una película que el hermanito menor pueda ver- pueden suceder tres cosas: 1) Que la película se termine convirtiendo en una futura receta para el insomnio, 2) Que la experiencia sea cuando menos amena y evite el aburrimiento o 3) Lo que llamo “El Efecto Toy Story“, o sea que la película sea tan entrañable que logre hacer emerger al niño interior que todos llevamos dentro.

Dentro de la tercera vertiente podemos encontrar filmes como Shrek, Happy Feet, El extraño Mundo de Jack o la mayoría de las películas de Pixar (mención especial para Toy Story 3). Los Boxtrolls (The Boxtrolls, 2014) entraría en el segundo grupo, ya que sin ser una experiencia que atesoremos en nuestra memoria, cuando menos es una sumamente amena en la que los adultos nos podremos divertir un rato (o al menos los más serios sobrevivirán la experiencia) y los pequeños seguro se divertirán a raudales.

De entrada, lo que más se agradece es que se trata de una película filmada en 3D, no convertida a esa dimensión, por lo cual éste se convierte en un recurso sumamente atractivo y muy bien aprovechado. Claro que la labor en 3D no sería tan loable de no ser por el excelso trabajo de stop motion, logrando unos escenarios impresionantes y una ambientación que remota a los más memorables escenarios de Burton.

La historia probablemente se perciba más como un episodio animado extendido que una película en sí, ya que incluso se utilizan muchos gags que saben a sitcom televisiva. Claro, existiendo películas animadas en las que se profundiza en la psicología de los personajes y se ilustran paulatinamente sus evoluciones (como en cualquier película de Hayao Miyazaki o en la época dorada de Disney, antes de que se enfrascara en realizar secuelas), quizá sea un poco reprochable el hecho de que la historia se atestigüe sin que realmente uno palpe o sienta las emociones de los personajes y de la historia en sí, aunque tampoco creo que ese haya sido su objetivo.

Se trata de una cinta cuya mayor base es su atractivo visual y su muy bien aprovechado sentido del humor. Si uno cede ante lo infantil que puede resultar el argumento (vamos, es una película para niños), seguramente se unirá al coro de risas que inundarán la sala. Apuesto que ni los más serios podrán evitar la risa en determinadas secuencias, en las que el humor se percibe natural y nada forzado, sabiendo utilizar el chiste adecuado para el momento adecuado (hay por ahí uno que otro gag subido de tono para complacer a los púberes).

Apta para disfrutar de una agradable mañana familiar, si Pixar no lanza un producto fuerte este año, este filme mercería cuando menos una justa nominación a los Oscar. Si en los venideros fines de semana te toca ser el niñero en turno del hermanito y/o primito menor, esta película podrá ser ese dardo tranquilizante que te permitirá relajarte  y con la que, al menos, no sufrirás de aburrimiento.

Por Víctor López Velarde Santibáñez (@VictorVSant)