‘Línea de fuego’: Derecho de piso

Hace unos años que Sylvester Stallone regresó al mundo del cine con John Rambo (2008) y Los Indestructibles (The Expendables, 2010); ambas películas dejaban en claro que había abrazado su personalidad más violenta y camp, ésa que tan redituable le resultó en los años 80, ahora en clave nostálgica. A pesar de no protagonizar Línea de fuego (Homefront, 2013), el espíritu de nostalgia violenta meramente divertida de Stallone se filtra gracias a que es el escritor del guión.

La historia tiene como protagonista al agente antinarcóticos Phil Broker (Jason Statham), infiltrado en una banda de bikers dedicados al negocio de los estupefacientes. Como todo policía encubierto en una película de acción, Broker es descubierto durante el gran operativo para capturar a los capos y debe retirarse de la vida pública. Años después, se muda a un tranquilo pueblo del sur de Estados Unidos, donde los lugareños lo ven feo por ser el nuevo. Su pasado no tardará en alcanzarlo, poniendo en riesgo la vida de su hija.

No es difícil imaginar a Stallone en el lugar de Statham, de tener unos años menos. El libreto está estructurado a base de viñetas, con Broker haciéndose el rudo, posteriormente padre sensible, luego macho recio, y así, en loop. Es un personaje de un par de notas que Statham interpreta sin problemas; lleva años perfeccionándolo, puliéndolo con cariño y esmero.

Ése es quizás el negrito en el arroz de Línea de fuego; la película no parece decir nada. O, al menos, nada nuevo. Es un relato más del hombre de acción flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones que toma la justicia en sus manos cuando alguien o algo amenaza con destruir su patrimonio, seres queridos o derivados –por eso el título en inglés tiene más sentido. Es el hombre del lanzallamas que Homero Simpson ama y no ha dejado de admirar.

También es una edificación construida con lugares comunes. El padre solo, el sheriff corrupto, los lugareños amenazados por el chico de ciudad, los rednecks adictos al meth, etcétera. Incluso el villano de James Franco no puede escapar del cliché; sólo faltaron unas tomas de cocodrilos acompañadas por el veloz paso de un aerodeslizador o una zarigüeya tocando el banjo.

Gary Fleder (Ni una palabraEl jurado), el director, se esfuerza por entregar un producto fluido, entretenido y violento –más o menos–, justo como el guión de Stallone pide a gritos ser filmado.Línea de fuego parece estar condenada a formar parte de la alineación de las Tardes del 7.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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