‘Las aventuras de Panda y sus amigos’: Una visión infantil

Las aventuras de Panda y sus amigos (Panda kopanda, 1972-1973) son un par de películas escritas por Hayao Miyazaki y dirigidas por Isao Takahata, más de una década antes de la creación del Estudio Ghibli. Ambas cintas duran poco más de 30 minutos y son bastante similares entre sí, lo que hace repetitiva la segunda. En conjunto, Las aventuras de Panda y sus amigos nos ofrecen al Miyazaki/Takahata más infantil que conozco; aunque entrañable (y grotesco), también predecible y poco memorable.

El primer filme inicia con una niña bastante madura para su corta edad, quien no tiene problemas para vivir sola cuando su abuela sale de viaje. El tema central es la ausencia de los padres, y Miyazaki nos deleita con la introducción de un panda bebé y su padre, un panda gigante (claro precursor de Totoro, basta ver su forma y sonrisa), quienes se convierten en la familia de la niña huérfana. Es un deleite simplemente por ver al par de pandas parlanchines, y además se crea una extraña conexión. El Totoro versión panda funge como el padre de la niña, mientras que el bebé panda no será el hermano, sino el hijo de la infante, porque tampoco tiene mamá.

Mi Vecino Totoro (Tonari no Totoro, 1988) es, ciertamente, una cinta sobre la familia, en específico la ausencia de la madre. Las aventuras de Panda y sus amigos (Parte 1) es similar temáticamente, aunque aquí las cosas se resuelven muy pronto. La familia está completa con la niña, los pandas y la abuela (quien está lejos pero siempre recibiendo cartas de la pequeña), por lo que se abre espacio para cosas más ligeras. Es una diversión sin ninguna pretensión; por ahí se toca la cuestión sobre los zoológicos y la libertad de los animales, pero la conclusión, más que una crítica (de esas que le importan más a un adulto que a un niño) es otro pequeño momento grotesco para recordar.

La segunda parte de Las aventuras de Panda y sus amigos recuerda al clásico cuento Ricitos de Oro y los tres osos, y es que obviamente los panda ya están bien establecidos en la casa de la niña. Un tigre cachorro hace lo que “Ricitos de oro”, pero también lo que hicieron los pandas anteriormente: aparecer en casa de la niña y pronto ser su adoración. Como ya lo dije, es muy repetitivo todo, y me sorprende que Panda y amigos no se haya convertido en una serie de televisión con más aventuras similares.

Si antes el panda bebé se había metido en problemas, ahora lo sigue haciendo. Si antes el zoológico fue la respuesta a “¿De dónde salieron los panda?”, ahora lo es un circo con el tigre. Un conflicto surge de una manera casi forzada; digamos que la cinta se resuelve, la mamá del tigre aparece (sí, también sale este tema), pero no se siente del todo completa, y para llenar los poco más de 30 minutos de duración, Miyazaki ideó algo que poco tiene que ver con el resto de la historia. De la nada comienza a llover y, eventualmente, una inundación pone en peligro a los animales del circo, quienes, a diferencia de los panda y el tigre bebé, no hablan. Prácticamente se pierde toda la frescura y llega a aburrir, nunca sintiéndose como un gran y épico final. Mi recomendación es sólo ver la primer película, sobre todo por esos pequeños momentos que ya destaqué.

El DVD de Zima no tiene material adicional valioso, sólo una galería de fotos, pero sí ofrece el idioma original (japonés), así como doblaje al español. La portada es una gran atracción, con el “panda Totoro” acaparando, aunque tiene el mismo formato de la colección Studio Ghibli de Zima, lo que podría causar confusión. Es importante tener en claro que Las aventuras de Panda y sus amigos no es un trabajo de dicho estudio y que su público meta son los niños.

Por Eric Ortiz (@ElMachoBionico)
Republicado con permiso de su autor, apareció originalmente en RadioTonica.