La realidad y El infierno

El primer gran éxito de Luis Estrada ocurrió antes de los gobiernos panistas que han regido los últimos 10 años al país. En esa época, La Ley de Herodes se valió de la inminente alternancia que se iba a dar en el gobierno y el fin de los 72 años del Partido Revolucionario Institucional en la silla presidencial.

Después de una no muy popular segunda parte (Un Mundo Maravilloso), Estrada cierra su trilogía sobre la vida política mexicana con El Infierno, que cuenta nuevamente con Damián Alcázar en el papel principal, ahora como el “Benny”.

El Infierno es una fábula acerca del narcotráfico y cómo la sociedad se ve envuelta por éste; una historia sobre mexicanos que se ven a la orilla del abismo con sólo dos posibilidades: saltar o ser narcotraficante.

Pero a pesar de que el director y productor de la cinta logra hacer una cinta muy completa, hay un punto donde falla: se ve rebasado por la realidad que intenta capturar. En alguna parte del guión, el personaje de Alcázar discute con su padrino y dicen que la guerra contra el narcotráfico ya ha cobrado la vida de más de 13 mil personas. Durante la conferencia de prensa, Estrada dijo que cuando estaban  haciendo el guión utilizaron esa cifra de muertos debido a lo irreal que sonaba. Tristemente, para el estreno, el número oficial rebasa los 20 mil.

Uno de los aciertos de Estrada es vender su largometraje como si se tratara de otra sátira política, como lo fueron las dos primeras partes de la trilogía. Esto provoca que el espectador entre con la guardia baja a las salas de cine y el golpe al subconsciente sea más fuerte, lo cual, sumado a la maestría de Estrada para usar el humor negro, logra que por ciertos pasajes los asistentes rían de situaciones que, de presentarse en la vida real, marcarían a cualquier individuo, psicológicamente hablando.

Hace unos meses, el semanario Proceso sacudió al país con la publicación de una entrevista que realizó Julio Scherer a Ismael “El Mayo” Zambada. Si recuerdan, en la portada de la revista, Scherer y “El Mayo” lucían sonrientes y abrazados como dos estrellas de rock que se conocen por primera vez.  Es imposible no ligar este recuerdo a la actuación de Joaquín Cosío y su “Cochiloco”, pues el actor logra una interpretación soberbia retratando las maneras y el comportamiento de un capo al servicio del narco.

Hay un punto en el que Luis Estrada vuelve a fallar como director, productor y coguionista de la película, pues no existe la crítica hacia la izquierda mexicana (si es que esta existe), pues no sólo los gobiernos del PAN y del PRI dejaron que el fenómeno del narcotráfico creciera y se expandiera como un tumor por todo el territorio nacional. Simplemente en Michoacán, estado gobernado por el PRD, surgió uno de los cárteles más importantes del narcotráfico: La Familia.

Al final, tal vez el “Cochiloco” tiene razón: el verdadero infierno no es el que por siglos nos ha vendido la iglesia, El Infierno está aquí en la tierra.

Por Rafael Paz

@pazespa

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