La realidad documental no existe: entrevista con Camila José Donoso

El próximo 7 de agosto La Casa del Cine arrancará el taller Transficciones: Experimentaciones entre el documental y la ficción, un espacio de creación cinematográfica coordinado por la directora chilena Camila José Donoso, quien presentó Naomi Campbel (2013), su ópera prima, en el pasado Festival Distrital: Cine y otros mundos

Tuvimos oportunidad de platicar con la realizadora y guionista sobre el curso que próximamente impartirá, la intervención de la realidad, los personajes en la docuficción, el estado actual del cine chileno y su trabajo con Nicolas Videla, codirector de Naomi Campbel.

Butaca Ancha (BA): ¿Cómo te acercaste a La Casa del Cine?

Camila José Donoso (CJD): Los conocí por medio de Distrital. Ellos querían organizar este curso y yo encontré un espacio maravilloso. El taller inicia el 7 de agosto, es práctico y teórico. Cada alumno podrá hacer una pieza audiovisual con metraje libre, donde se trabajen las metodologías que tienen que ver con la transficción o la etnoficción. Un trabajo que mezcle lo experimental con la ficción. La idea es hacer un taller experimental donde puedan ir viendo cómo es trabajar con un personaje documental que se representa a sí mismo y como un autor entra a la historia, la construye y la piensa visualmente. El curso tiene un marco teórico que va desde la no ficción de Jean Rouch hasta los nuevos creadores, para que concientice a los alumnos de cómo ha ido evolucionando y que autores han reflexionado acerca de ellas. La idea es tener un espacio de discusión y debate. No quiero ir como una maestra a decir qué hay que hacer.

BA: ¿La retroalimentación es la base?

CJD: Claro, es importante que cada alumno llegue con una idea que investigar. En paralelo se verán las referencias audiovisuales que iremos estudiando dentro del marco teórico, Jean Rouch, la nouvelle vague, el cinema vérité , el tercer cine latinoamericano y los híbridos actuales. Lo creativo tiene que ir en paralelo con lo teórico.

BA: ¿Cuál es el atractivo de la docuficción?

CJD: Lo que pasa es que me gusta mezclar metodologías. Como cineasta, no me interesa documentar una realidad, buscarla. Para mí la realidad no existe. A pesar de que buscábamos naturalidad en Naomi Campbel, no buscábamos una realidad. Todo lo contrario, buscas una película poética, onírica en ciertas partes. Más que tomar la cámara y dejarla, tratando de capturar las cosas como suceden sin intervenir, no me parece interesante, personalmente, como documentalista. Yo, como autora, intervengo en las historias, hay un trabajo en paralelo con el personaje, la persona con la que uno trabaja. La ficción da la posibilidad de ser lo que no eres, de construir una nueva realidad. Es un trabajo que mezcla lo documental con lo poético.

BA: ¿Cierta intervención de la realidad?

 CJD: La realidad documental no existe, todo es ficción. La ficción da la posibilidad de crearse nuevamente, de pensarse nuevamente. El cuerpo es una ficción. Es un cruce de temáticas, la transficción tiene que ver con la creación de un nuevo cine que incluya a sus protagonistas, donde se genera un espacio reflexivo para que cineastas y personajes piensen en una nueva existencia.

BA: ¿Cuál es el estado actual del cine chileno?

CJD: Vive un momento de boga, tiene una visibilidad que antes no tenía en festivales. También hay un apoyo del Ministerio de Cultura para que las películas puedan viajar y disfrutarse afuera. Yo soy bastante crítica, y lo he dicho en otras partes, con el trabajo que se hace en la ficción. Las películas que se hacen en Chile y son de ficción se marcan dentro de un lugar, dentro de una clase social que no me identifica. Se muestra un Chile más blanco, más naif, menos problemático que el que me interesa mostrar a mí. No es el que vive el éxito del capitalismo; al revés. El cine en Chile de ficción sigue siendo de élite, siguen los mismos cineastas ganando los mismos financiamientos, es reiterativo. Se apuesta a hacer películas con la misma temática. Siento que hay un trabajo documental muy interesante, eso sí; me hace sentir en frecuencia, pero prefiero mantener una actitud crítica con el trabajo que uno hace y los contextos que se van retratando. Relacionado con el contexto político. Hay una gran visibilidad que ayuda mucho, aunque espero que lo comercial vaya acercándose a otras áreas. Para mí los personajes no pueden desmarcarse de lo político, es inevitable. Yo me sitúo en las periferias porque me interesan.

BA: ¿El buen cine es político?

CJD: Para mí el buen cine no tendría que ser explícitamente político. No digo que regresemos a hablar de la dictadura o documentales de demanda social. Cada personaje está enraizado a un lugar y un espacio que lo determinan; hay que ser conscientes de cómo ese espacio va influenciando la historia que uno cuenta. No me refiero a un documental panfletario o como el tercer cine latinoamericano en su momento; cada cineasta debe ser consciente de lo que representa y no hacerlo por un mero gusto estético o visual. El cine es imagen que se piensa en relación a lo que quiere transmitir.

BA: ¿Cómo nace Naomi Campbel?

CJD: La película siempre estuvo pensada de origen en un trabajo directo con su personaje, en una antropología compartida que mezclara metodologías documentales con puesta en escena de ficción. Empezamos la investigación documental en los cafés de piernas, que son cabarets en Santiago de Chile y conocimos a Naomi Campbel, una inmigrante colombiana que se hacía llamar así en el café por ser negra. En paralelo, Nicolás ya era amigo de Yermen; yo lo conozco en Barcelona y decidimos hacer la película. Ambos personajes tenían algo en común, esta mirada morbosa de la gente y el cambio físico. De ahí la ficción del casting de televisión, un espacio que inventamos para que se crucen en su deseo y sus frustraciones.

BA: ¿Un café con piernas?

CJD: Sí, son lugares donde uno se va a tomar un café con una chica con poca ropa y el sexo no es explícito. Interesante, porque es una onda atmosférica, donde a pesar de que no sucede nada la atmósfera es muy sexual.

BA: En algún momento de la película, Yermen toma la cámara. ¿Le impusieron alguna regla?

CJD: No, le enseñamos a filmar y el único requisito era que no se filmara a ella misma; tenía que filmar su entorno mientras lo escribía. Así fue como resultó ese material totalmente poético y que tenía que ver con lo que le pasaba a ella, con su ser más oscuro y profundo, que tenía que ver con los temas de la película: el cambio de sexo, la relación que tiene con los hombres, la sensación de pérdida.

BA: ¿Era un espacio de libertad?

CJD: Era un espacio donde ella encontraba total soledad y reflexión. Generalmente estaba borracha cuando lo grababa, lo cual era interesante porque podían salir cosas que ni siquiera ella tenía conscientes.

BA: Tu abuela es uno de los personajes de la película, ¿cuándo decidieron usarla?

CJD: La película cruza tanto de nuestras propias vidas. Todo lo que se ve en la película es parte de nuestra propia historia también. Desde la locación, los amigos que actúan, las señoras que aparecen y conocen a Yermen, era tanta la convivencia, que ella conoce a mi abuela y se hicieron tan amigas, que la relación que existía entre ellas resultó tan interesante porque, de alguna forma, Yermen sólo tiene esta amiga y es una mujer clásica que le aconseja cómo ser mujer sin entender muy bien quién es realmente Yermen. Nos pareció muy interesante y espontánea. Hubo tomas que sólo realizamos una vez, porque la naturalidad y los diálogos eran tan hermosos, que no se podían repetir; la improvisación estaba hecha de su propia realidad.

BA: En cuanto a derechos de autor, ¿no han tenido problemas con el título?

CJD: Por el momento no; hay un pequeño resguardo porque le quitamos una ele al apellido. Esperamos nos salve. Si Naomi Campbell se entera de la película, sería maravilloso también -ríe-.

Por Rafael Paz (@pazespa)

No olviden revisar la página de La Casa del Cine para obtener más informes sobre el taller y su temario, aquí.

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