‘La increíble historia del niño de piedra’: De adaptaciones infantiles

Lo increíble de La increíble historia del niño de piedra (2015) es su existencia. No hay excusas. No importa el target, el presupuesto, los antecedentes o la idea; nada funciona, nada se consume. Todo se consuma, el tiempo se va para no volver jamás, y una hora de la vida acaba perdida frente a la pantalla que proyecta esta cinta.

Una película de animación, con animación que no funciona; personajes tiesos de movimientos poco dinámicos. Escenarios manchados con el estilismo del pueblo mexicano, de casas coloridas y tejas rojas; lugares oníricos carentes de imaginación, parafernalia estática, que no va ningún aparte y, además, detiene el proceso de evolución. Una piedra en el zapato del avance del cine mexicano, una involución en lo que a cine se refiere.

Claro que es una cinta para niños, y para unos muy pequeños, pero eso no exime a los realizadores de su mal manejo, en todos y cada uno de los aspectos. Hasta los números musicales de Julieta Venegas, metidos con calzador a la historia, resultan risibles. No sólo porque la voz de la cantante no empata con la fisonomía y personalidad del personaje al que presta sus canciones, sino porque, otra vez, la animación es la culpable; puesto que esta es pobre, hecha de la manera más simple, descuidada, descolorida y deshonesta. Sí se cree que por ser esta una cinta para niños, se pueden cometer, o dar por alto este tipo de errores, entonces estamos diciendo que los niños no se dan cuenta de eso, por consiguiente, son tontos. ¿Qué mal no? Hacer una cinta para niños de calidad infame, porque ese no es un público exigente.

La increíble historia del niño de piedra se basa en un libro ilustrado y se trató de dar éste toque a la cinta; con encuadres, planos y movimientos que nos hicieran pensar que vislumbramos el libro, y así, lo que pretendía ser un Song of Sea (Tomm Moore, 2014) terminó siendo Los 3 reyes magos (Fernando Ruiz, Adolfo Torres Portillo, 1976); justo sin esa profundidad narrativa, ese desasosiego visual, y el tono paternal de cuentacuento en patio de recreo de alguna primaria de la SEP. Los personajes tienen una construcción y características innegables, pero que al ser creados para otra medio, en el cine, se vuelven huecos, al igual que la historia, con escenas vacías, que se van acumulando a hasta formar un gran alud de nieve que lo cubre todo. El rompimiento de la cuarta pared es un medio muy utilizado en los productos infantiles y aquí se hace gala de él, cual Dora la exploradora, pero sin la gracia de la mexicoamericana; pues lo personajes sólo ven al espectador, sin mucho que dar, y menos que recibir, no existe una interacción adecuada para estos casos.

Los nombres de los directores figuran poco, el de la creadora del libro, y escritora del guion cinematográfico, es el que sobre sale en las marquesinas. Aunque desde un principio se admite que hubo quien se encargara de los diálogos; y esa persona es la responsable de desestabilizar la película en una gran tanto por ciento; estos son infames, infumables y chapados a la antigua. Aquí es imposible no comparar, y preguntarse ¿Por qué se hizo La increíble historia del niño de piedra, de esa increíblemente pobre manera? Qué no se ha aprendido algo del cine de los últimos años, de las cintas de animación norteamericanas, brasileñas, francesas, japonesas, etc. que ya no toman al niño como una criatura indefensa, incapaz y absorta del mundo que lo rodea. El mundo fantástico no tiene la culpa, ni los personajes, ni las situaciones, ni siquiera la moraleja. ¿Qué se espera? No se puede pasar por alto la indecencia que significa esta cinta.

¿De qué trata la historia? De la vida, los sentimientos y la importancia de estos, pero de verdad que no importa, si quieren llevar a un niño al cine, para que se enamore de éste medio, no lo acerquen a La increíble historia del niño de piedra; antes hay más de 100 opciones que le harán mejor a su cabeza.

Por Ali López (@al_lee1)