La frustración exaltada de François Ozon

You never know what is enough unless
you know what is more than enough
William Blake

Los límites son el resultado de voluntad y cordura, características de lo racional. Cuando no los hay, el exceso impera y el resultado es, generalmente, dramático. En los inicios de francés François Ozon como cineasta, la ruptura del límite, el retrato del drama y la ausencia de lo racional son los elementos que construyen las historias mordaces detrás de sus personajes, quienes encuentran en la destrucción un tropezado camino hacia el bienestar.

Tuvieron que pasar ocho años para que cineasta soltara la comodidad del cortometraje y Regarde la mer (1998), su primer trabajo fílmico fuera de esta categoría, llegara a los circuitos independientes del cine a nivel internacional. Aunque se trata de un mediometraje, el filme es el primer acercamiento a las constantes en las primeras obras de Ozon; la exaltación de la frustración, la construcción de personajes estériles, el contraste estético y la laxitud argumentativa de los filmes.

La joven Sasha lidia entre la soledad y el abandono con su hija Sioffra, una bebé de 4 meses. Limitada para hablar con su esposo y lejos de cualquier contacto humano, Sasha trata de entretenerse entre visitas a la playa y sus labores de madre. Cuando una  mujer pide montar su casa de campaña en el patio, la joven encontrará una posibilidad de compañía y dejará que una extraña entre a la intimidad de su vida.

Entre escenas contemplativas y silenciosas, Ozon presenta en Regarde la mer el contraste estético característico en su cine: paisajes hermosos que sirven de escenario para la tensión, la ruptura y el drama. Así, sobre las imágenes de una madre cariñosa que camina con su hija por la playa, Sasha se transforma poco a poco en una mujer egoísta y solitaria que privilegia rascar su insatisfacción sobre la seguridad y el bienestar de la pequeña Sioffra.

En este thriller de 52 minutos, Ozon muestra con parsimonia la confrontación de dos personajes frustrados: a Sasha, una mujer lanzada a la maternidad aún con la concepción hedonista del adolescente, y Tatiana, la viajante misteriosa que va desdoblando a través de sus palabras y actitudes un sentido de violencia apenas retenida.

La historia detrás de Regarde la mer se construye a partir de personajes extravagantes que desde el principio se alejan del sentido humano de sus circunstancias y se pierden en la anécdota, por lo que el filme se va desdibujando en sólo una trama en la que prevalece la exaltación de las carencias de Sasha y Tatiana y deja a la deriva el sentido argumentativo, el porqué de lo que vemos.

Con las piezas en su lugar, a través de dos personajes conflictuados, François Ozon obliga a que el resultado del filme sea dramático con el costo de alejarse del argumento comprensible de la historia. En este sentido, el filme está esterilizado, pues está construido para aterrorizar sólo a través de la ruptura de límites y la transgresión de ideas sensibles como la del amor y la maternidad.

A pesar de ello, Regarde la mer insertó al cineasta francés en la escena internacional como un director ‘atrevido’ e ‘incómodo’. De este primer experimento fílmico y su aceptación surgió la que muchos consideran su ópera prima: Sitcom (1998), un largometraje que también se recarga en la anécdota y repite la exaltación de la frustración.

En Sitcom el cineasta presenta a una familia disfuncional cuyos personajes viven acallados por la incomodidad que genera la contención de sus deseos. Cuando el hijo Nicolas revela que es gay, la familia comienza a exteriorizar sus frustraciones hasta el punto de la autodestrucción.

Aunque con la ayuda de más recursos simbólicos, Sitcom es también un lienzo para la extravagancia de personajes frustrados que buscan saciar su insatisfacción a través de la transgresión de los límites.

Otra vez, el contraste de Ozon aparece cuando uno de los miembros de la familia no sucumbe ante el exceso y es segregado por su propia familia. El filme transita rápidamente entre los excesos, las laceraciones y el sinsentido de una familia controlada sólo por sus impulsos.

En Sitcom como en Regarde la mer Ozon genera tensión y horror a través del retrato, pero deja incompleto el mensaje al dar el peso del filme a la extravagancia de sus personajes, con lo que la manipulación de sus historias se hace evidente.

El poeta William Blake dijo que “nunca sabes cuándo es suficiente hasta que sabes cuando es más que suficiente” y, en este sentido, Ozon reconoce y muestra con la exaltación de la frustración en sus primeras obras que el humano es un ser susceptible y manipulado por su deseo, lo cual, en efecto es un constante exceso.

François Ozon se insertó en el mundo del cine como un retratista de la frustración y, como tal, fue reconocido en el género del thriller por la mordacidad de sus historias. Pero en el plano argumentativo, ambos filmes naufragaron entre la laxitud y la extravagancia, pues lo que vemos en pantalla se aleja de cualquier acercamiento a la comprensión o la empatía y se inserta en el mundo de los desfogues irracionales.

Por Alejandra Arteaga (@Adelesnails)

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