‘La Era del Hielo 4’, la franquicia se derrite

Manny, Diego y Sid están de vuelta para vivir una nueva aventura. En esta ocasión, tendrán que regresar a tierra para buscar a la familia de Manny, perdida cuando súbitamente los continentes se separaron, iniciando lo que se conoce como deriva continental. Navegando a bordo de un iceberg, nuestros héroes tendrán que combatir tormentas, criaturas gigantes y piratas (oh, sí) si es que quieren regresar al lado de sus seres queridos.

La Era del Hielo 4 (Ice Age: Continental Drift, 2012) deja una sensación muy parecida a sacar un 7 en la boleta de la escuela. Sabes, al mismo tiempo, que no apestaste como alumno y que no hiciste tu mejor trabajo. Ni tienes por qué sentirte avergonzado ni triunfante, sólo cumplidor. Lo cual para una cuarta película debe saber como ambrosía.

Al igual que ha sucedido en cada nueva entrega de la franquicia, los personajes centrales parecen no crecer y el foco de atención se lo lleva algún nuevo integrante, en esta ocasión la elegida es la abuela de Sid, una perezosa de estilo hippie, quien cuenta con los mejores momentos de la cinta.

Otra tradición que se mantiene es la de asumir que el público ya olvidó lo que vimos en películas anteriores. ¿No se supone que Manny y Ellie eran los últimos de su especie? ¿Por qué los nuevos mamuts lucen como sacados de un capítulo de Jersey Shore? ¿Y los humanos de la primera parte, ellos no sufren por la separación de la Pangea? ¿Qué fue primero la era glacial o la deriva continental? ¿No les avisé que éste sería un texto corto? ¿Carlitos Espejel volverá a triunfar en la pantalla grande? ¿Por qué los ingenieros decidieron aniquilarnos?… perdón, esa pregunta es de otra película.

Se puede argumentar que es un filme para niños y que no es necesario que los papás se diviertan al llevar a sus niños al cine. Pero al compararla con ¡Piratas! Una loca aventura, otra película de bucaneros de reciente estreno, se entiende por qué en lugar de un sello con una abejita trabajadora y un 10 en la boleta el niño llegó a casa con un 7.

Por Rafael Paz (@pazespa)