La controversia es muchas veces la mejor publicidad para la exaltación de un filme y, en contadas ocasiones, ésta se mantiene a pesar del paso del tiempo. Caso tal es el filme francés Irreversible (2002), dirigido por el argentino Gaspar Noé y protagonizado por Vincent Cassel, Albert Dupontel y la bellísima Mónica Bellucci. La cinta desde su estructura narrativa sale de lo convencional, así también como el par de fuertes y violentas escenas que le crearon la controversia que aún genera críticas polarizadas.

Sin más preámbulos, continuemos con Thomas Bangalter, uno de los genios detrás del dúo francés de música electrónica Daft Punk y quien fue el responsable de sonorizar este filme a través de la música que le caracteriza y sabe hacer muy bien.

Es casi siempre correcto y efectivo que la música esté subordinada a lo que la imagen y narrativa del filme tratan de comunicar y es así como Bangalter, para las primeras escenas, crea una música con intervalos repetitivos y lentos a través de sonidos electrónicos y maquinales que en varios momentos llega a crear tensión, estrés e incomodidad al espectador, envolviéndolo en la atmósfera que justamente Noé busca producir. Un ejemplo denotativo de esto es la pieza Rectum, que musicaliza la escena donde los protagonistas buscan desesperadamente al responsable de su ira y rabia dentro de un antro de homosexuales sadomasoquistas.

Conforme el largometraje avanza, las escenas naturalmente disminuyen su intensidad, fluidez y tensión, por lo que Bangalter hace lo mismo respecto la música sin dejar a un lado la esencia electrónica y, en algunas piezas, comienza a incrementar y destapar los beats y secuencias que tanto le caracterizan con Daft Punk, tal es el caso de Outrun.

Las únicas piezas que conforman esta banda sonora y no pertenecen a la autoría de Bangalter, son dos extractos de la séptima y novena sinfonía de Beethoven. Por su parte, el músico francés se basó precisamente en la séptima sinfonía para crear, a través de su acordes base, un par de experimentos electrónicos que no desvirtúan la pieza original sino que por el contrario parecen ser una original e interesante reinterpretación contemporánea. Los ejemplos de esto son Paris by Night y Outrage.

En conclusión, este soundtrack por si solo se puede encontrar poco atractivo e interesante al conformarse casi en su totalidad de música electrónica con piezas que en su mayoría carecen de una coherencia y armonía gustosa para el oído. Pero lo importante y lo más valioso de este material es que en su ejecución dentro del filme cumple con las expectativas y objetivos del mismo para completar y ser parte esencial de una obra interesante.

Por Antonio Millán (@pinomilllan)

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