‘Iron Maiden: Flight 666’: Volando con la bestia

El director canadiense Sam Dunn se unió a la primera parte de la gira mundial Somewhere Back in Time de la legendaria banda de metal Iron Maiden; quienes junto con su staff realizó la hazaña de, en tan solo 45 días, visitar once países para dar 23 conciertos, recorriendo más de 80 mil kilómetros a bordo del Ed Force One, el avión de la banda, que además fue piloteado por su mismísimo vocalista: Bruce Dickinson.

Una gira que empezó en Bombay, India, y terminó en Toronto, Canadá, pero que en el inter tocó base en distintas ciudades de Australia, Japón, Estados Unidos, México, Costa Rica, Colombia, Brasil, Argentina y Chile. Dunn muestra el día a día de la banda durante esa presurosa gira y nos lleva con la agrupación dentro y fuera del escenario a ver el mundo a través de los ojos de un rockstar.

Sam Dunn es un antropólogo graduado de la Universidad de York cuya tesis se centró en los refugiados guatemaltecos, pero al concluir sus estudios decidió centrar su trabajo en su más grande pasión: el metal.

Su primer trabajo cinematográfico fue Metal: A Headbanger’s Journey (2005), un excelente documental donde Dunn busca entender al metal como fenómeno social, encontrar su origen y se adentra en sus inicios, su evolución, su punto cumbre en los 80 y en cómo ha logrado sobrevivir tantos años a pesar de la decadencia que sufrió durante los 90, además de las múltiples corrientes que se han aparecido  a lo largo de los años.

Un documental formado por materiales filmados en distintos festivales de metal alrededor del mundo y por entrevistas hechas a las figuras más importantes y representativas de éste género como Alice Cooper, Ronnie James Dio, George ‘Corpsegrinder’ Fisher de Cannibal Corpse, Blasphemer y Necrobutcher de Mayhem, Munky de Korn, Rob Zombie y un larguísimo etcétera de músicos cuyas variadas respuestas van de las declaraciones más normales y sin chiste hasta las más enfermas y bizarras para definir las diversas corrientes del género.

Un documental que es una joya que todos los metaleros deberían de ver y que, a pesar de todos los detallitos que le fallaron a nivel de producción, sirvió para marcar el estilo de dirección de Dunn y que además le abrió a las puertas para una larga carrera fílmica, al menos en todo lo referente al metal en el cine.

En Flight 666, su tercer documental, ya vemos un trabajo más maduro, mejor planeado y mucho mejor ejecutado. Una historia de la cual Dunn tenía mucho jugo que exprimir y no desaprovecha ni la más mínima gota.

Por ejemplo, la forma en que nos presenta al Ed Force One, el Boeing 757 perteneciente a Maiden que fue adaptado para que cupiera la banda, el staff, el equipaje,  además de todo el equipo que utilizan antes, durante y después de los shows. Es gracias a que tienen este avión que pudieron recorrer tanta distancia en tan poco tiempo, ya que toda la familia viaja junta y logra ahorrarse una infinidad del tiempo, dinero y esfuerzo que requiere toda la logística para mover tanto equipo y personas alrededor del mundo.

Además de que el Ed Force One es piloteado por el mismo Dickinson, quien por si no sabían es piloto profesional con rango de comandante y es Director de Marketing de la empresa aérea Astraeus (toda una caja de sorpresas este hombre que además practica esgrima olímpico, tiene un grado en Historia Antigua por la London University, tuvo su programa de radio en la BBC por más de ocho años, es miembro activo del partido conservador del Reino Unido, y otras monerías).

El que realmente se roba el documental es Nicko McBrain, el baterista, quien es el más abierto de todos los miembros de Maiden y el que más entrevistas, comentarios y participación tiene a lo largo de la película, tanto con el director como en los medios de comunicación de los países que visitan.

Dunn, sin querer queriendo, hace también un estudio antropológico muy interesante sobre la diversidad cultural que existe en los países de la gira. Retrata mucho la forma de llegar de la gente a los lugares donde va a ser el concierto.

Resalta, por ejemplo, el orden que tienen los japoneses para guardar sus cosas en un espacio parecido a un guardarropa (donde cualquiera podría pasar sin ninguna restricción) y ponen las pertenencias en bolsas acomodadas a lo largo del lugar; a diferencia de Colombia, donde prácticamente no dejan entrar con nada y hay militares en las entradas reprimiendo a los asistentes, los bolsean y los obligan a tirar sus cinturones, o cualquier objeto que consideren peligroso, haciéndolos pasar un mal rato.

También están los distintos modos de organización de trabajo de la gente local. En India, arman un escenario con palos de bambú ante la incredulidad y desconfianza de los músicos, mientras que en Estados Unidos se presentan en el Forum de Los Ángeles que ya prácticamente está listo para que comience el espectáculo.

Un momento de lo más increíble en el documental es el concierto que Maiden da en Costa Rica, donde la ciudad de San José fue una locura. Al ser la primera vez que el conjunto visitaba Centroamérica, al Estadio Ricardo Saprissa llegó gente de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, etc. y el lugar se convirtió en una gran fiesta centroamericana donde incluso un fan afirma “El concierto es en Costa Rica, pero es para toda Centroamérica”.

A nuestro país le dedican un muy buen espacio. La banda visitó Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México con llenos totales en los recintos en los que se presentaron. “Cantar en Latinoamérica es como cantarle a aficionados de futbol que corean las canciones” afirmaba Dickinson. Y efectivamente, un momento emotivo es cuando en Monterrey la banda deja de tocar por varios minutos para poder escuchar esa naquísima y odiosa ovación casi obligada en los conciertos en México de “¡Oe oe oe oe (grite dos veces el nombre de la banda)!”.

Dunn tuvo un gran acierto al documentar toda la travesía de Iron Maiden alrededor del mundo y al atreverse a ir más allá. No se dedicó solamente a filmar el viaje y entrevistar a los músicos mientras ilustra con los conciertos o los ensayos, sino que en su preparación antropológica logró mostrar el fenómeno social que es Maiden en el mundo. Una banda que ha trascendió a lo largo de los años, a cuyos conciertos los papás llevan a sus hijos y ambos lo disfrutan por igual a pesar de la diferencia de edades, que hay quien es capaz de renunciar a un trabajo con tal de ir a verlos, que es capaz de juntar a varios países a pesar de la distancia, etc.

Dunn logra demostrar que a pesar de todas las diferencias físicas y culturales que tienen once países entre sí, que a pesar de las fronteras, la edades, el color de piel, el género, las costumbres, tradiciones y creencias, si hay algo en lo que todos llegan a coincidir es que en cuanto se apaguen las luces todos estarán listos para hacer headbanging al ritmo fuerte y rápido del heavy metal  de Iron Maiden.

Por Luis Arredondo Oro

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