IFFR | Una entrevista sobre Antes que lleguen los zopilotes

Dos mujeres, un hombre y una barca. Esos son los elementos centrales de Antes que lleguen los zopilotes (2023), ópera prima de Jonás N. Díaz, la cual participará en la edición 2023 del Festival Internacional de Cine de Rotterdam (IFFR, por sus siglas en inglés) como parte de la sección Big Screen Competition.

Esta fábula onírica cuenta con las actuaciones de María del Carmen Félix, Tsayamhall Esquivel y Francisco Pita, quienes a través de sus personajes se ven involucrados en un atípico triángulo amoroso y deambulan en un mundo lleno de espectros, fantasmas y recuerdos fuertemente.

Antes de su presentación en Rotterdam, conversamos con Jonás N. Díaz:

Butaca Ancha (BA): Antes que lleguen los zopilotes busca conectarse con la tradición del cine clásico mexicano, ¿qué te llama de esa época de nuestra cinematografía?

Jonás N. Díaz (JND): En general me gusta mucho la esencia de ese México perdido, tanto en cuestiones del lenguaje, como de usos y costumbres. No dejan de ser raíces que hoy día todavía utilizamos en este México más contemporáneo. A veces creo que es bueno y sano, trastocar estas épocas, estos usos y costumbres que había en México, quizás es de las cosas que me gustan mucho de del cine de esa época y también que había una variedad cinematográfica tremendísima, tanto estas historias tremendas y terribles de lo que pasaba en el México de entonces, como también habían fábulas extraordinarias, ese cine surrealista, o cine mucho más teatral. Rescatar esa posibilidad de que el cine mexicano pueda tocar esos temas se me hace algo bastante interesante.

BA: A veces se habla de esos años como algo que se anhela o aspira, ‘necesitamos una nueva época de oro’. Sin embargo, las películas mexicanas contemporáneas no parecen estar muy conectadas a nivel del lenguaje cinematográfico o en su estilo, ¿a qué crees que se deba esto?

JND: De entrada, creo que se debe a que el mundo va cambiando. Obviamente el México de esa época, no es el México de ahora. Entonces se beneficiaron de la Segunda Guerra Mundial, había muchísimo arraigo en las raíces y no había una competencia cinematográfica tan fuerte. Eso permitió que el cine se expandiera de una manera impresionante. Hoy el mundo, el cine y los problemas sociales han cambiado. Las historias han cambiado. No creo que haya una resistencia hacia eso, más bien hubo una evolución.

A veces también es bueno voltear a ver de dónde vino esa evolución, un poco como la gente todavía voltea a ver esas películas de la época de oro y descubre al México de antes. Es bonito darnos esa oportunidad de hurgar en los libros o agarrar una película actual que de alguna otra manera remite y refuerza esos elementos.

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BA: Llama la atención la presencia de María del Carmén Felix en el elenco, una actriz que ha intentado alejarse de la figura de su abuela (María Felix) y que aquí hace un personaje inspirado en varios de sus papeles, como Juana Gallo (1961), por ejemplo. ¿Cómo fue que llegó a la película?

JND: Es curioso porque, vaya, fue un accidente. Cuando estaba diseñando el personaje de Tuza, lo basé en La Cucaracha (1959), una película que interpretó María Félix, porque me gustaba esa postura de una mujer en este mundo hostil rodeada de hombres. La Cucaracha está en la Revolución y se viste como revolucionario, va a contracultura completamente de lo que representaba una mujer en ese entonces. Es un personaje que me atrae muchísimo y así lo desarrollé.

En una conversación con un amigo sobre La Cucaracha, le decía ‘híjole, cómo me encantaría que estuviera aquí María Félix para poderla invitar a interpretar a la Tuza’; y este amigo me contestó: ‘¿por qué no contratas a María Felix?’. Y yo así de ‘cómo, ya no está con nosotros’. Realmente no había visto la carrera de María del Carmen, es una actriz con muchísimo talento y tiene ese porte de su tía abuela.

Me acerqué a ella, le platiqué de la película y justo lo primero que me dijo fue: ‘mira, la verdad, trato de alejarme de María Félix para evitar encasillarme, pero me llama mucho la atención el personaje que desarrollaste’. Algo muy padre de esta historia es que no es María del Carmen interpretando a María Félix, es María del Carmen interpretando a un personaje que se llama la Tuza. Así como en su momento María Félix interpretó a La Cucaracha, este desprendimiento es importante porque, al final del día, María del Carmen no está intentando ser María Félix. Es ella misma desarrollando este maravilloso personaje que encarnó.

BA: ¿Qué te llevó a decidir hacer de Antes de que lleguen los zopilotes tu ópera prima?

JND: Todos los que amamos el cine, tenemos mucha hambre de hacer cine. Ya llevábamos un rato intentándolo, en pláticas y desarrollando proyectos. Algunos funcionaban, otros se caían. Hasta que el que ahora es el cinefotógrafo de la película, Rigel García –un muy buen amigo mío–, me dice: ‘hagamos una película ya con lo que haya, con pocos personajes, vamos a hacer algo, dejemos de decir que queremos hacerlo y hagámoslo’.

Decidí crear una historia sencilla, en una locación, con tres personajes y en el proceso de escritura se me voló la cabeza. Empecé a mezclar todas estas cosas. Me gusta mucho, como comenté antes, este reencuentro no sólo con el cine de la época de oro, sino con muchos elementos que ahora son difíciles de ver en pantalla. Lees un un libro de Juan Rulfo y distingues ahí un lenguaje perdido, pudimos de alguna manera rescatar para esta película ese lenguaje. Se me hace un reencuentro muy interesante con esas raíces lingüísticas, quedan muy pocas personas que las usen.

También hay un reencuentro con el realismo mágico, que en México ha estado muy presente. El propio México se considera como un país surrealista por naturaleza propia. El realismo mágico está en nuestra sangre. Traía todos estos elementos, hasta cierto punto, nostálgicos, que quería de alguna manera aventarle a la película, que provocaran este reencuentro de elementos tanto literarios como cinematográficos, incluso culturales.

Lo más importante es que hablamos de dos cosas muy relevantes, la distinción entre la gente del pueblo y la gente de la ciudad. Cuando ves a la gente del pueblo que llega a la ciudad, ya sea para vender cosas o para pedir ayuda, parecieran invisibles ante el citadino, como si vinieran de otro lugar, de otro universo. Hasta en la manera de ver el mundo, de vestir, de hablar, parece que pertenecemos a universos distintos. Esta película ha ayudado y se apoya en este realismo mágico, hace esta mezcla, esta simbiosis entre estos dos universos. Como si alguien pudiera aprovecharse de esta invisibilidad y navegar dentro de su propio universo en el otro universo que es esta casa citadina. De alguna otra manera refleja esa situación que es real y que existe.

Lo otro que es muy importante es el encierro que viven los personajes. Al final del día, toda la película se levanta con estas dos mujeres, aparentemente muy diferentes, pero que viven encerradas. Cada una en su propia protección, una representada en su barca y otra en su propia familia que es la cabaña. Ese choque tan profundo hace que ambas mujeres se reflejen en ellas mismas.

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BA: Es un elemento que va evolucionando a lo largo de la película gracias al realismo mágico, intercambian sus roles, sus lugares.

JND: Representa muchas cosas. Incluso cuando cuando tenemos un personaje que trastoca esta ciudad ya no vuelve a ser el mismo. Una vez alguien me dijo que si tú llegas a un pueblo donde no conocen la tecnología y les enseñas un celular, el mundo ya no va a ser el mismo otra vez. Nosotros ya no podemos alejarnos de lo que, desafortunadamente, nos han impuesto como sociedad aunque quisiéramos aislarnos. Estamos demasiado acostumbrados al ritmo y a cierto tipo de comunicación, cuando trastocas eso es muy difícil regresar. Es un poco lo que viven los personajes: cuando trastocan de repente este universo y lo peligroso que a veces es olvidarte del tuyo, olvidarte de tus propias raíces. Hay esos elementos que gracias al realismo mágico podemos llevarlos a esta locura de historia, no dejan de ser importantes estos esos temas.

BA: Es una herramienta que permite unir dos ambientes, lo rural y lo citadino, que muchas veces en el cine mexicano existen distantes. Incluso las mujeres de ambos se enfrentan a retos similares.

JND: La verdad, me atrevo a decir que a pesar de que estaba diseñado en el guión, la historia no sería lo que fue si estas dos grandes actrices no se hubieran abrazado a los personajes, porque fueron ellas las que me dieron mucha guía respecto a cómo siendo mujeres no harían ciertas cosas, no actuarían de tal manera.

Tanto María del Carmen como Tsayamhall, se volvieron como coescritoras de los personajes, dándole un poco más de fuerza y peso –sobre todo realismo– a lo que vive una mujer. Es algo que abraza muchísimo la película, se vuelve sumamente importante y poderoso

BA: ¿Qué te significó ser seleccionado por el Festival de Rotterdam?

JND: Es una sorpresa muy grata, sobre todo es una reafirmación de este cine que podemos hacer. Siendo honesto, fue muy complicado cuando tenía el guión, tratar de moverlo en el medio. Lo llegué a presentar en un par de festivales en México y varias personas del medio me decían ‘híjole, no, esa historia no es lo que ahorita México necesita’, ‘mejor guárdala o modifícala, quítale todo eso’.

Andamos a sabiendas de que la apuesta era arriesgada, en este proceso de buscar festivales y ver que no quedaba, llegué a pensar que tenían razón, que debí meter menos realismo mágico. Me hicieron dudar. Que un festival del calibre de Rotterdam pida la película, es una sensación muy grata. Es una reafirmación de que hay un público para esto, gente que se muestra interesada. Se nos han acercado personas de Europa ajenas al festival para pedir la película, porque la quieren ver y les interesa. Habla de que hay una necesidad y un gusto por este tipo de cine y narrativas pérdidas. Muchos lo recuerdan con mucho cariño.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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