‘Guardianes’: Pastiche de superhéroes

La inspiración de un creador surge de la variabilidad de expresiones artísticas que observa en su entorno, de las vivencias acumuladas a lo largo de los años y, en algunos casos, de las películas que tiene la oportunidad de apreciar.

Con una inusitada popularidad que se ha prolongado por mucho tiempo, el dominio de las películas basadas en cómics de superhéroes en las carteleras internacionales ha conllevado al intento de imitar su fórmula.

Guardianes (Zashchitniki, 2017), recolecta los elementos básicos que han colocado en la estratósfera a la camada de los seres poderosos de la casa Marvel y DC, sin consolidar el carisma suficiente en el trayecto. Durante la Guerra Fría, la organización “Patriots” realiza una serie de experimentos humanos que origina un escuadrón de superhéroes. Los individuos en cuestión, cada uno con sus respectivas habilidades (que oscilan desde la invisibilidad hasta la transformación física), se verán obligados a salir del anonimato décadas después de su creación para enfrentar a Kuratov, el atormentado científico que busca destruir a la ciudad de Moscú.

La predictibilidad de su gris premisa, desgastada por cintas del género que le preceden, es incapaz de adquirir algún tipo de sello personal en su técnica, en las secuencias de acción y en el mensaje sobre la capacidad que guarda la fuerza de unión ante las eventualidades, integrando un inadaptado bando de héroes unidimensionales que copian los poderes y las crisis existenciales de los X-Men de Stan Lee y Jack Kirby.

Sumando los cabos sueltos y la incongruencia del génesis de los personajes, así como las sobreactuaciones del galante elenco, el acartonado apartado visual, que busca emular al juego de la cooperación grupal de Los Vengadores (Avengers, 2012) y las hazañas individuales de Capitán América: Civil War (2016), guían al relato hacia una hecatombe.

Guardianes es semejante a las risas involuntarias que provocan los filmes de serie B, resultando en una fría y desabrida ensalada rusa de superhéroes carentes de carisma y personalidad.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)