Graffiti, skateboard y diversidad sexual en la pantalla grande (no cine gay)

Hace algunos años, el skateboard y el graffiti eran mundos que estaban definidos, sexualmente hablando, por heterosexuales, así como con otras profesiones, oficios, actividades culturales y deportivas. The Graffiti Artist (2004), de James Bolton, es una pieza que en primera instancia centra la atención en una relación entre individuos del mismo sexo, sin embargo, el cineasta busca reflexionar sobre la condición social de la homosexualidad y las relaciones de pareja gay.

Nick es un joven solitario que pinta las paredes de Seattle y Portland. Su soledad y actitud anarquista rigen su vida hasta que conoce a Jesse, quien rompe con esta rutina. Jesse es un chico con el que congenia, tienen mutuo interés por el graffiti y el skate. Aunque no es explícito en el filme, la atracción de Nick hacia Jesse se hace evidente con el transcurso de los minutos.

El acercamiento de Jesse en la vida de Nick decidirá el destino amoroso del protagonista, haciendo que explore y cuestione su identidad sexual. Cuando Nick decide buscar la forma para seducir a Jesse, se fracturar su amistad: Jesse desaparece de la vida de Nick, mientras que el último regresa a su soledad.

La película presenta la disyuntiva del personaje principal, quien cree que su soledad está por terminar, comienza a sentir emociones extremadamente intensas por su compañero que sólo ve la situación como un encuentro sexual y está negado a aceptarlo.

The Graffiti Artist busca representar la historia de su personaje con largos momentos de silencio, escasez de diálogos y elementos audiovisuales que van más allá de la sexualidad porque retratan el estilo de vida, el escenario y contexto. Es la encrucijada de una poco afectiva y fría situación que puede vivir un ser humano al explorar, descubrir y tomar una elección que a veces es mal vista en nuestra sociedad, sea cual sea el círculo, clase y grupo social.

Como en la mayoría de las películas gay, la honestidad roza la ficción, característica que exhibe e invita a dejar los prejuicios a un lado; conocer otras realidades ajenas a la nuestra. Darnos cuenta de que la diversidad sexual es aparte de nuestra vida.

No obstante, ver una película gay no es distinto a cualquier historia que vemos en el cine. La identidad sexual de sus protagonistas no debe ser parte de la excusa para interesarse en el género. Sin embargo, en un mundo donde la sociedad heterosexual y masculina imponen, hacer esta clase de películas sólo se convierte en parte del cine de culto, no del cine que se ve en la pantalla grande y mucho menos en salas comerciales.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)

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