Aventarse a hacer una película biográfica sobre Gloria Trevi era una tarea arriesgada. Ya los videohomes y los capítulos de Historias Engarzadas se han encargado de profundizar y ridiculizar el tema por partes iguales, ni hablar de los especiales de Paty Chapoy o los libros de Karina Yapor. Encontrar el punto exacto entre la caricatura, el personaje y la realidad era el mayor reto de Gloria (2014). Lo encontraron.
El gran mérito de Gloria es tratar de humanizar a sus personajes principales, la Trevi y Sergio Andrade; mostrarlos en sus excesos y sus aciertos. Nadie les puede negar que son íconos de la música noventera de nuestro país y que Sergio era un pederasta manipulador. Una cosa no está desligada de la otra. El debutante Christian Keller encuentra el equilibrio entre ambos polos gracias a un sólido guión de Sabina Berman (sus saltos temporales, aunque farragosos, funcionan la mayor parte del tiempo) y a un acertado casting.
Al centro de la película podemos encontrar el retrato de una jovencita talentosa cautivada por un hombre dominante, entregada totalmente a su control y sus deseos. La buena química entre Marco Pérez (sublimando a Andrade) y Sofía Espinosa (canalizando la inocencia y la descaradamente sexual presencia de Gloria) ayuda a consolidar ese retrato. Olvidarse de mostrar a Gloria en su niñez jugando a ser artista -o algún lugar común por el estilo- y arrancar la cinta con su tiempo en Brasil, después de la muerte de su hija y su escape de la Interpol, es otra de las decisiones acertadas del filme.
Keller y Berman saben que no se puede decir nada nuevo sobre el caso, el propio guión estuvo en la congeladora un buen número de años, y nunca intentan jugar esa carta. Claro que su trabajo por momentos se muestra excesivo -ese videoclip de la Papa sin catsup es el mejor ejemplo-, aunque así era el personaje público de la Trevi y por lo tanto se vuelven lógicos. Basta recordar su corta filmografía, donde la perilla del exceso llegaba al 11.
Sin llegar a ser perfecta, Gloria cumple con su cometido de entretener y de paso satisfacer el morbo que el caso sigue despertando, aun fuera de los lectores del Órale.
Por Rafael Paz (@pazespa)
Ésta es una reedición de nuestra cobertura del FICM.