GIFF | Días de invierno, busca otras geografías

El saltillense Jaiziel Hernández, realizador egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, sintió, como muchos de sus paisanos en el noroeste del país, que el grueso del cine mexicano no lo representaba, no retrataba el lugar donde creció o, en el peor de los casos, no tenía interés alguno en hacerlo. Eso provocó que Hernández hiciera de su ópera primera, Días de invierno (2020), una declaración de principios.

El largometraje compite actualmente en la Selección Oficial: Largometraje México del vigésimo tercer Guanajuato International Film Festival (GIFF). A continuación les compartimos una entrevista con Hernández, donde aborda su deseo de ir más allá del centro del país y cómo el desierto de Saltillo dio forma a la película:

Butaca Ancha (BA): ¿Cómo surgió la historia de Días de invierno?

Jaiziel Hernández (JH): Originalmente quería hacer un corto en una clase de guión. En la escuela no me dejaban filmar, no podía dirigir, porque era fotógrafo. No podía presentar mis historias, siempre eran las de los demás. En cierto punto, decidí desarrollar esa historia como un largometraje y aplicar a varios fondos. Nunca quedó, así que decidimos hacerla con Kickstarter y conseguimos un apoyo pequeño de la oficina de turismo de Guanajuato para levantarlo.

Tengo una tía jubilada, no tenía en qué trabajar. La veía que no encontraba qué hacer. Eso empezó a darme una idea de la historia: una persona sin trabajo sin hallar qué hacer, va a los casinos, al tiempo que hijo pasa por algo parecido, en una edad entre la prepa y la carrera. A esa edad no sabes qué estudiar, qué harás, es un momento de cambio en la vida. Eso me interesaba mostrar.

BA: ¿Es Kickstarter una buena opción para hacer cine en México?

JH: Fue una campaña a la que le dedicamos mucho tiempo, mandando mails, escribiendo en Facebook. Fue una chamba de mes, mes y medio. Nuestra meta era de 220 mil pesos y la superamos como por 10 mil pesos. Parecía que no lo íbamos a lograr, hasta organizamos un concierto en el Cine Tonalá con cuatro bandas para juntar recursos.

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BA: ¿Era importante filmar en Saltillo?

JH: Yo soy de Saltillo y el protagonista también. Antes de hacerla, tuve otra productora, ella me decía que era mucho más barato hacerla en Querétaro o cerca de la Ciudad de México. Siempre estuve muy necio de hacerla allá porque es otro ritmo de vida, otro paisaje, un panorama diferente. Se viven otro tipo de historias. Como se muestra en la película, en Saltillo sales de la ciudad caminando y llegas al desierto, es un lugar mucho más pequeño. Tienes más contacto con la naturaleza.

La gente de allá ve las películas mexicanas y no se siente representada. No se identifican porque son lugares alejados de su realidad, quería hacer algo que se viera del noreste de México. Nuestra geografía y nuestra realidad.

BA: ¿Tenemos un problema con la centralización del cine?

JH: Lo creo. No quería hacer la clásica historia que sucede en la Ciudad de México. Pasa mucho que las pocas películas filmadas en Saltillo, por ejemplo, Viaje redondo (2009), es de dos chavas que salen de la Ciudad de México y se van al desierto a descubrirse. Es una road movie, pero no deja de ser de dos chavas que salen de la Ciudad de México. Parece que no puedes contar historias de allá, siempre tienen que estar ligadas a la Ciudad de México. Por eso me interesaba que fuera local, con actores locales y equipo de la zona. Quería mostrar la existencia de otras posibilidades para el cine, no solamente en el centro del país.

BA: El protagonista es muy reactivo, no tiene realmente acción dentro de lo que le sucede. Termina por ser un retrato generacional.

JH: En los últimos años, siento, he visto mucho cómo los chavos no tienen trabajo, los estudiantes se frustran y no encuentran qué hacer. Las generaciones anteriores se quejan de los millenials, que lo quieren todo y no se esfuerzan. Puede ser cierto, pero tiene que ver con que la competencia para obtener un trabajo es grande. Desarrollarte en tu vida es caro, nadie puede comprar un departamento. Hay decepción y desencanto entre los jóvenes, no es fácil, para las generaciones anteriores lo fue. Mucha gente está decepcionada con su vida.

BA: La película parece sugerir cierto ambiente violento del norte del país, sin embargo nunca llega a ese punto. ¿Por qué decidiste evitar la violencia que sufre el país, un tema recurrente de nuestro cine?

JH: El guión originalmente mencionaba más cosas de violencia e inseguridad. En Saltillo tuvimos una época muy violenta, lo planteamos en la película, luego decidí quitarlo todo. Trabajé en un documental que se llama Hasta los dientes (2018), habla mucho de la inseguridad, del narco y la violencia. Parece que todas las películas tienen que hablar de eso. Es un tema importante, pero está bien mostrar otras historias que no cuenten violencia, que sea sobre un núcleo familiar. Lo importante, era la familia, el hijo y la mamá. La violencia sería un distractor.

Está tan visto que no quería tocar el tema, está saturado. Tenemos derecho de otras historias. Antes el cine mexicano sólo abordaba ciertos temas que le gustaban al extranjero, como el folclor, cosas así. Ahora en otros países quieren ver matanzas, guerra, narco, eso no es todo lo que hay en México. Puedes vivir y nunca ver un arma en México. Quería demostrar otras realidades.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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