‘Freaks’ y la maldad de lo ordinario

En el año de 1932 fue estrenada Freaks, una de las películas más significativas para el mundo del cine, la cual ha influido no sólo en el género donde se le ha catalogado (horror), sino que también ha servido como modelo de inspiración para el nacimiento de otros géneros y momentos significativos en la historia del cine. Este film es una adaptación del cuento de Tod Robbins titulado Spurs (Espuelas), que narra la historia de la venganza llevada a cabo por un enano hacia una trapecista embustera que trata de robarle su fortuna seduciéndolo y casándose con él.

Desde un aspecto más formal, la obra cuestiona la noción de género cinematográfico, al negarse a adscribirse a alguno, y simultáneamente pone de manifiesto lo cotidiano del cine, cuestionando nuestra percepción de lo que es “real”. Tal vez, la fuerza de su influencia no proviene de la parte más artística de la obra, sino puramente de su objeto de estudio: el grado de obsesión que como seres humanos “normales” tenemos con los que son diferentes.

Como comentado anteriormente, esta obra abarcó un grado inmenso de influencia en un abanico de distintas propuestas cinematográficas fuera y dentro del cine de terror. En lo aplicado se puede decir lo que representa: lo macabro, lo mórbido, lo perverso, la venganza, la depravación, el masoquismo, el homicidio y hasta los melodramas. Podemos destacar que el auditorio de otras películas de terror de aquella época podían dormir tranquilos entendiendo que las criaturas, abominaciones y monstruos que aparecían en la pantalla grande sólo eran obras maestras del maquillaje y los efectos especiales. Sin embargo, esto no era posible en Freaks.

Entre algunas influencias más específicas se encuentran artistas como Diane Arbus y teóricos culturales como Leslie Fiedler y Robert Bogdan, quienes reconocen al director Tod Browning como su precursor y a Freaks como la obra que más ha influido en su modo de pensar sobre el género de terror. Arbus, a su vez, sirvió de ícono al énfasis sobre las imágenes grotescas que abundaría en los años 60 y que culminaría con las “superestrellas” zombi de Warhol, con Fellini Satiricón (Fellini Satyricon, 1969) y con El topo (1971).

Hagamos ahora un recuento de lo que sucedía en la época de su estreno: el 1 de noviembre se llevan a cabo las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1932, donde el presidente republicano Herbert Hoover no obtiene la reelección y pierde estrepitosamente frente al demócrata Franklin D. Roosevelt como resultado de su mala gestión en la Gran Depresión de 1929-1935; en Europa, el 22 de febrero Hitler se presenta como candidato a la presidencia de Alemania por el partido Nazi.

Debemos recordar que la época en la que Freaks fue exhibida, el público espectador no era de tan “amplio de criterio” y la recibió de una forma repulsiva; se decía que sus imágenes eran provocativas e incómodas porque emulaban pertubadoras situaciones sobre la relación entre artista-sujeto-audiencia, y que implicaban directamente al espectador y a la propia ética de la visión.

Fue prohibida en diversos países por muchos años, negada rotundamente en Gran Bretaña y otros países. Su fracaso comercial se debió fundamentalmente a que la película violaba, brutalmente y sin concesiones, todas las ideas preconcebidas del público. A pesar de que el estudio trató de hacer ver que se trataba de una historia compasiva con todo tipo de anuncios de tono defensivo, Freaks escandalizó a la sociedad “con plena moral” norteamericana.

Por esto fue menospreciada y encerrada en bóvedas durante más de treinta años hasta que se reestrenó en el Festival de Cannes en 1962 con gran éxito; no todos creían que su director Tod Browning fuera responsable de una terrible abominación y también se levantaron algunas voces elogiosas. A mi parecer, esto se debía a las aparentemente invisibles cualidades del film, que pasan desapercibidas en un primer plano superficial. Puede decirse que es una obra cruel, pero también enormemente conmovedora, tierna y graciosa, con un pequeño toque poético.

Actualmente, con las ideas contrarias a lo que se creía en esa época respecto al film, del concepto que marcaba la verdadera diferencia (la deformidad, la anormalidad), rara vez se pone en exhibición pública. Todo esto es visto como un insulto y una forma despectiva de usar a los discapacitados para fines de entretenimiento. Aunque las audiencias son felices de aceptar todo tipo de lo grotesco, Freaks pone la diferencia y la discapacidad a la altura de la pantalla, y a muchas personas todavía les resulta una experiencia difícil. La película nos invita a ver el mundo de la feria como una forma de entretenimiento normal, donde la gente vive su vida como cualquier otra persona a pesar de sus diferencias

Recientemente encontramos este acento en la belleza de lo monstruoso en los filmes de Tim Burton, con una marca evidente en Batman regresa (Batman Returns, 1992), así como en los filmes de David Lynch y su hija, Jennifer. Además de Fellini y Jodorowsky, otros directores en los que se detecta una clara influencia son Luis Buñuel, Ingmar Bergman, Max Ophüls, David Cronenberg y Lars von Trier.

Las referencias continúan en las series de televisión: Los Simpson, South Park, Futurama, Los Soprano, La teoría del Big Bang, en la película de la Hammer Sangre en la tumba de la momia (Blood from the Mummy’s Tomb, 1971), con un personaje secundario llamado Tod Browning.

Siempre debemos tener en mente que los temas de Browning han demostrado fervientemente su perdurabilidad y su capacidad para renovarse sí mismos. Si en la etapa de la guerra Vietnam Freaks se convirtió en punto de encuentro para una generación profundamente alienada, en los años 80 y 90, la enorme fijación cultural sobre la imagen corporal, y también hoy en día, podría ser vista como un severo antídoto contra el irracional culto a la perfección física.

Por Giovanni Vivar