FICUNAM | ‘Un etaj mai jos’: Misterios y dudas

El misterio suele esconderse en las rendijas de lo que parece transparente, quizá no exista nada tan sospechoso como algo que se jacta de no tener nada que esconder. Como en aquellos filmes de Hitchcock, La sombra de una duda (1948) o La ventana indiscreta (1954), la sospecha es algo que mueve al ser humano con mayor fuerza que la pasión o el deseo, la intempestiva curiosidad de saber y descubrir lo macabro en lo cotidiano empuja a linderos de ambiguo peligro.

El cineasta rumano Radu Muntean empuja la sospecha a grados de ambigüedad sutilmente inquietantes en su más reciente filme, Un etaj mai jos traducida como El piso de abajo y que se presentó con modesto aclamo en la más reciente edición del Festival de Cannes en la sección de Un certain regard. El filme presenta a Patrascu (Teo Corban), un hombre que después de ser la única persona que presenció un conflicto doméstico entre su vecino de abajo y su pareja, conflicto que pudo haber desencadenado en el asesinato de la mujer…o no.

Es a partir de esta duda que Muntean construye con elegancia y aguda inteligencia el lento e interno pero abrasivo consumo que Patrascu padece a manos de su conciencia, un personaje invisible pero que se hace presente durante casi todo el filme. Sin duda, la audiencia estará a la espera de una catarsis que niegue o confirme la misma sospecha que pesa sobre el protagonista, pero Muntean la reduce a lo estrictamente necesario, generando una economía narrativa que para muchos resultará, sin duda, frustrante, pero que de acuerdo a las reglas impuestas por el cineasta rumano, resulta no solo necesaria, sino justa.

Más que tratar de resolver un misterio, El piso de abajo, apoyada en un montaje preciso y una composición visual que remite a la oquedad de Sangre de Amat Escalante, se regodea en las dudas que levanta y nos lleva a cuestionar el hecho cotidiano. ¿Cuántos crímenes no pasan ante nuestros ojos, impunes y rampantes? Lo mórbido se oculta, subrepticio, en la normalidad, desde una puerta cerrada hasta una simple gresca doméstica, es tarea de la duda mover al hombre.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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