FICUNAM | ‘Bella y perdida’: El arte de las bestias

De manera recurrente el ser humano se ha preguntado por una cuestión aparentemente secundaria, pero que resultaría central para la comprensión de su lugar en el mundo: ¿los animales- o bestias– tienen alma? Una idea que el filosofo griego Aristóteles trajo a la conciencia y que aun pasados centenares de años, parece no llegar a una conclusión contundente. Las actuales movilizaciones y el apasionado activismo  en pro de los derechos animales defiende esta noción mientras que en otras partes se impone el pragmatismo y los animales se convierten en recursos de trabajo, alimento o lúdicos.

Desde el cine se han hecho una serie de postulados fílmicos sobre el tema, desde la visceral y cruda Les Sang des Betes (1957) de Georges Franju hasta el Babe (1995) de George Miller y sin olvidar el clásico pastoral Au Hasard Balthasar (1966) del gran cineasta y teórico Robert Bresson cuyo protagonista comparte una profunda nobleza similar al joven búfalo Sarchiapone, protagonista del sofisticado híbrido del cineasta y documentalista italiano Pietro Marcello, Bella e Perdutta (2015) que se presentó con gran aclamo en la última edición del Festival de Cine de Locarno.

En el filme, Pulcinella, sirviente de una kafkiana organización secreta ubicada en las profundidades del Monte Vesuvio es enviado en una misión para honrar la última voluntad del pastor Tomasso: salvar al búfalo Sarchiapone, quién se encuentra recluido en el palacio de Carditello. A partir de esta encomienda, Pulcinella y Sarchiapone emprenden un viaje a través de Italia, que es retratado por Marcello con sublime lirismo, formalmente anclado en el costumbrismo.

Bella e Perdutta es explorada por Marcello desde una rica variedad de ángulos, sea un onirismo documental para presentar problemáticas de la Italia contemporánea o un cuento a la Charles Perrault para explorar la relación entre hombre y naturaleza, creando un fino mosaico de imágenes simbólicas tanto de belleza y nobleza como de decadencia y desesperación.

La historia de Italia desfila en el lomo tanto del búfalo Sarchiapone como del dócil Pulcinella y a pesar de ser un filme denso en claves y códigos de corte local, Marcello logra dar un mensaje de alcance universal. Dice Sarchiapone que en un mundo que niega su alma, ser búfalo se convierte en un arte, tan sublime que solo una bestia sería capaz de lograrlo.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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