FICUNAM 2013 | ‘Escuela Normal’: Juventud politizada

Un lugar común entre las generaciones de más edad es que la gran generalidad de los jóvenes no se interesa por cosas relevantes, vive por cosas banales y que su interés por la política es poco.

En Escuela Normal (2012), la cineasta Celina Murga nos sumerge en el día a día de la Escuela Normal de Paraná, una de las primeras instituciones educativas que se crearon en Argentina. Cámara en mano, seguimos a la directora del plantel por los pasillos del edificio, en las aulas, en las juntas. Asimismo, tenemos la oportunidad de ver cómo se comportan los estudiantes en clase, en los talleres, sus reuniones del consejo de alumnos.

Con un estilo que recuerda al legendario documentalista Allan King —la cámara registra, más no interviene ni cuestiona—, Murga nos ofrece una oportunidad para analizar ese microcosmos lleno de contradicciones.

Somos testigos de cómo los alumnos aprueban el curso de lenguas extranjeras porque el maestro titular está en baja médica y no hay fondos para contratar a un sustituto. O cómo la directora desempeña diversos papeles —incluyendo de conserje— ante la falta de personal. Y en general la falta de una buena comunicación entre los docentes y la chaviza que no les permite tener un mejor rendimiento.

La parte más interesante llega cuando Murga y su lente se cuelan a las reuniones de las planillas que compiten por la mesa del Consejo Estudiantil. Ahí vemos a adolescentes preocupados por lo que sucede en su escuela, por sus compañeros y su interés por mejorar las cosas.

Los tres ‘partidos’ tienen ideas disímiles pero un objetivo común. Por un momento parece que el estudiantado sí está interesado en política, pero el espejismo dura poco, llegan las elecciones y menos de 300 de los 700 escolares emiten su voto. La opción ganadora es en realidad una minoría, la apatía resulta aplastante.

Asimismo, los perdedores —que aceptan el resultado— no logran que sus ideas sean tomadas en cuenta por los vencedores y mejor se olvidan del asunto.

Cuántas veces hemos visto a los partidos políticos que resultan favorecidos por el sufragio del pueblo actuar de la misma manera. Como si la victoria otorgara la opción de imponerse y no incluir el pensamiento de los demás. Se anula cualquier incentivo de participar en la vida política de todos.

La clave es encontrar cómo romper ese círculo vicioso. Pues eso.

Por Rafael Paz (@pazespa)

 

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