FICM | ‘The Green Inferno’: Canibalismo trendy

Cuando Eli Roth debutó en 2002 con Cabin Fever, la crítica y un gran número de amantes del cine de horror lo colocaron como un talento a seguir, una nueva voz que vendría a darle una bocanada de aire fresco a un género que mucho ladra y poco cumple. Su ópera prima era una satisfactoria mezcla de violencia gráfica, humor de tintes ácidos y crítica hacia las banales pulsaciones de sus protagonistas. Fue un buen primer paso que Roth no ha logrado concretar. A poco más de diez años de su debut es mejor conocido por ser amigo de Quentin Tarantino que por sus películas.

Por eso The Green Inferno (2014), su reciente aventura tras la cámara, despertaba cierto interés: un grupo de activistas interesados por detener la destrucción de la selva amazónica viajan al lugar para sabotear la operación de una empresa gasera que está apunto de borrar a una comunidad indígena de la faz de la tierra, sin embargo su transporte se avería y quedan a merced de un grupo cuya dieta fija es humano al horno.

Su cinéfila premisa recuerda a un par de los grandes clásicos del cine italiano de terror: Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980) y Cannibal Ferox (1981), y, en esencia, The Green Inferno es un homenaje a esas dos películas. Para Roth es más importante el homenaje que trascender, radicalizar el género o, de menos, jugar con él. El cineasta juega en la misma cancha que su compadre Tarantino, aunque no tiene el consumado estilo visual de éste o la misma capacidad de escribir diálogos, capaces de incrementar el valor de una escena a pesar de su sencillez -basta recordar la secuencia inicial de Bastardos sin gloria (Inglourious Basterds, 2009). El cine de Roth nunca ha alcanzado ese nivel de swag.

Los personajes de The Green Inferno son meras ideas buscando desarrollarse, sin éxito. Desde su protagonista, Justine (Lorenza Izzo), cuya cara de inocencia delata los problemas que vendrán, o la mirada picarona del antagonista, Alejandro (Ariel Levy), que a leguas tiene pinta de ser un Atolini cualquiera. Al menos ellos tienen un poco más de desarrollo; el resto de la tropa no alcanza ni siquiera eso. Todos son la caricatura del universitario rico, blanco, o casi interesado por salvar el mundo; una lesbiana, una vaca o un porro a la vez.

Por eso Roth no pasa del homenaje. Su objetivo fue hacer una película de inicio de los años 80 en pleno 2014 y lo logró. Holocausto caníbal se volvió de culto por la crudeza de su filmación. Su fuerza era novedad aun cuando la frescura no se mantenga al 100 por ciento. Dificilmente The Green Inferno alcanzará el mismo estatus.


Por Rafael Paz (@pazespa)

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