FICM | ‘La cumbre escarlata’: Gótico amor

Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,

del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!
El cuervoEdgar Allan Poe

El amor es una sensación extraña. Embriagados por el podemos cometer alguna locura, asesinar si es necesario, destruirnos con tal de salvarlo. Quizá a primera impresión la filmografía de Guillermo Del Toro no parezca estar basada en dicho sentimiento, sin embargo su fuerza se deja sentir a lo largo y ancho. Como cuando Ofelia (Ivana Baquero) renuncia a su sueño de ser princesa con tal de salvar a su hermanito en El laberinto del Fauno (2006); la madre (Mira Sorvino) de Mimic (1997) lucha por su hijo; o Jesus Gris (Federico Luppi) hace lo imposible por proteger a su nieta en Cronos (1993)… hasta Hellboy (2004, 08) lucha por amor.

La cumbre escarlata (Crimson Peak, 2015) es un relato de amor gótico, una balada barroca sobre una tragedia. Un destilado de los gustos y obsesiones de Del Toro. Ahí están los insectos y las referencias católicas, la fantasía omnipotente en sana convivencia con una cinefilia bien asimilada. El mexicano es un hombre ecléctico, se nota, su trabajo no busca demostrarnos que sabe de cine o de las joyas más oscuras del cine mundial. Fluye sin forzarlo.

Edith (Mia Wasikowska) es la única hija de una familia millonaria, vive junto a su padre y sus sueños de ser escritora (como Mary Shelley, no a la Jane Austen). La protagonista parece no estar muy interesada en los hombres, quizá por la edad, quizá porque los fantasmas le son más interesantes, ni el guapo oftalmólogo Alan (Charlie Hunnam) logra sacarla de sus cavilaciones. Pero la llegada de un noble inglés venido a menos, Thomas (Tom Hiddleston de vulgar y aristocrática decadencia), despertará en la joven un irrefrenable deseo desconocido hasta entonces. Pronto Edith se embarca con su flamante nuevo esposo y la extraña/reservada/intrigante hermana de éste hacia Inglaterra a la derruida finca familiar, la “cumbre escarlata” del título, donde los espíritus del pasado comenzarán a acosar a la recién llegada.

Visual y narrativamente Del Toro mezcla con prestancia a Alfred Hitchcock (el de Rebeca), Max Ophüs (aquel Los aretes de madame de…), Martin Scorsese (recuerdos de La edad de la inocencia), Stanley Kubrick (ecos de Barry Lyndon), entre muchos otros, sin perder la esencia tan característica de su firma autoral. Por eso sería un error buscar sustos en La cumbre escarlata, ése no es el negocio de Del Toro aunque a veces lo parezca.

Por eso la sangre explota y el color rojo inunda poco a poco la pantalla con el pasar de los minutos, el cineasta mexicano sabe que en los cuentos de hadas el tono de la sangre es usado para marcar la pérdida de la inocencia. Edith descubre el amor en el mundo, su tragedia es encontrar que el sentimiento no viene sólo y nunca es tan sencillo como parece. La perfección no existe, menos cuando se trata de amor.

Por Rafael Paz (@pazespa)

Los invitamos a revisar nuestra cobertura del 13° Festival Internacional de Cine de Morelia.

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