Iluminado por una pequeña luz, en la esquina del mismo bar, el músico de siempre canta: “Si tuviera alas, volaría sobre el río hacia mi amor”. Ignorado por el público, Llewyn Davis parece interpretar sus canciones de folk para sí mismo. Eterno vagabundo, profundo idealista, hombre necio, el músico parte al terminar el show una vez más entre la nieve y la soledad en busca de su amada fantasía.
La nueva película de los hermanos Ethan y Joel Coen, Inside Llewyn Davis (2013), construye la vida de un compositor y cantante de folk de los años sesenta que vive en la eterna búsqueda del éxito. De casa en casa, Llewyn Davis vive buscándose en las miradas de otros, en la oportunidad de ser apreciado como un artista y en la idea de que comprometerse con su pasión no puede hacerse de otra manera que sacrificándolo todo.
Los hermanos Coen retoman esta historia de nostalgia en la que las pasiones, los sueños y las incapacidades de un músico confluyen entre el humor y el melodrama para dejarnos ver el interior de una persona, que a través de los fracasos y las desilusiones que plagan su vida seguirá incansablemente, no sólo buscando éxito también la idea de reconocimiento que él se ha construido interiormente.
De forma sutil, los directores van introduciendo al espectador en la vida del protagonista, la cual parece no tener pies ni cabeza, así como en su desorden sentimental, en la ligereza de sus prioridades,y en la influencia que el músico y su forma de vida genera en las personas que lo rodean. Sin embargo, el gran problema de Llewys es que no está conforme con ese nivel de reconocimiento y lo desdeña, a la menor provocación, por buscar un mundo que sólo existe al interior de sí mismo.
Caracterizado por el actor Oscar Isaac, el protagonista del filme muestra desde el principio que no estará dispuesto a abandonar su forma de vida ni sus extrañas prioridades por nada. Es aquí cuando el humor de los Coen hace presencia, dándole al filme un giro particular que no lo dejará caer en la tristeza, sino que lo muestra con cierta nostalgia, al decirnos: éste es él, y aunque no lo parezca, le gusta vivir así.
En el camino, una serie de personajes acompañan a Llewyn Davis, algunas veces para recordarle que anda por la vereda correcta, y otras para mostrarle que fuera de sus deseos hay una vida. El actor John Goodman escenifica bien esta idea cuando a su encuentro con el personaje principal, lo primero que hace es decirle: ¿tocas folk? pensé que habías dicho que eres músico.
Llewyn Davis se encuentra reflejado en las personas que le rodean y que “accidentalmente” se va encontrando en su camino. Jean y Jim, interpretados por Carey Mulligan y Justin Timberlake, son el encuentro del músico con todo lo que ha rechazado: sucumbir ante la fama inducida, es decir, a los placeres de la audiencia, y ante la idea de asentarse en la espera de que la vida ocurra.
En un cíclico y entretenido camino que transita fácilmente de la melancolía a la comedia, Inside Lewyn Davis es un viaje hacia la interiorización de un personaje apasionado, lo mismo que necio, que gasta su vida buscando cumplir una idea interior, propia, e insertarla en la realidad de un mundo que no obedece caprichos.
Vale la pena rescatar que aunado a la interesante narrativa, el buen guión y los atributos técnicos de la película está la excelente selección musical, la cual nos regresa a una particular época en la escena musical neoyorkina de los años 60, en la que desde abajo y siguiendo el destajo y las dificultades de Llewyn Davis transitarían otros músicos.
En el soundtrack del filme se escuchan las voces de Ewan McColl, Tom Paxton y Bob Dylan, cantantes de folk cuya música convive armónicamente con la nostalgia del clasicismo y romanticismo de Mozart, Chopin y Mahler. Esta combinación le da solidez a la estructura de transición constante que los hermanos Coen le dan al filme: de la melacolía a la comedia.
Por Alejandra Arteaga (@adelesnails)