FICG | Las expectativas del cambio y ‘Tierra firme’

Los años se suman conforme crecemos, así también nuestros compromisos. La sociedad nos obliga a tomar decisiones porque el tiempo corre, las etapas de nuestras vidas se empalman sin fronteras claras entre ellas. Un momento estás buscando qué hacer con tu futuro y al siguiente sientes el cabello escaso.

Algo parecido sucede con las protagonistas de Tierra adentro (Anchor and Hope, 2017). Eva (Oona Chaplin) y Kat (Natalia Tena) llevan años como pareja, la reciente muerte de su gato (jocosamente llamado Chorizo) revive un antiguo debate entre ellas: el deseo de Eva de tener hijos. Un par de miradas deja ver que Kat no lo comparte y la tensión que ello genera es palpable. Las cosas cambian cuando el mejor amigo de Kat, Roger (David Verdaguer), llega a pasar unos días en el bote donde ambas viven y, después de una noche de copas, ella termina por aceptar reticente. Roger será el donar necesario para concretar el embarazo.

El segundo largometraje del catalán Carlos Marques-Marcet es una melodrama con toques de comedia que reflexiona sobre los engranajes que hacen funcionar a una familia, además de los compromisos necesarios en cualquier pareja funcional. Marques-Marcet también ambienta su película en un barco para utilizarlo como metáfora de la relación de sus protagonistas, en apariencia estable pero en un eterno vaivén gracias al movimiento del agua.

Marques-Marcet construye su trabajo sobre las expectativas que generamos sobre nuestras decisiones. Qué esperamos de ellas. Eva quiere un bebé y forza a su pareja a aceptarlo, pensando en que el tiempo enderezará el camino elegido por su egoísmo. De igual manera que Kat acepta con la esperanza de nunca llegar al parto deseado por su pareja. “Al parecer nos volvimos unas egoístas”, dice Kat en algún punto de la cinta.

Algo similar sucede con la relación que tienen con Roger, quien aparece buscando unos días de descanso lejos de Barcelona con su mejor amiga y termina poniendo su material genético en un proyecto a largo plazo, generando una responsabilidad con alguien (el bebé) del que no podrá huir en las mañanas como pasa con la mayoría de sus citas.

Su naciente paternidad es inesperada, no obstante la abraza con cariño, con la certeza de que las sorpresas son inevitables. Un contraste fuerte con la actitud de Kat, quien se evade en trabajos que odia o sólo tiene gestos pasivo-agresivos con Eva. El triángulo entre ellos recuerda al de Los niños están bien (The Kids Are Alright, 2010), aun cuando no llegue lejos en lo sexual –el estilo de la película también recuerda a dicho dramedy nominado al Oscar–.

Tierra firma busca dejar claro que las situaciones ideales en la vida son cabronamente difíciles de hallar (aun cuando el final contradiga el sutil sabor agridulce de crecimiento personal dibujado en el cuarto acto). Nuestros deseos podrán parecernos prioridades (una boda, un hijo, un mejor trabajo, etc.), sin embargo vivir es impredecible y colocar expectativas en los otros es un ejercicio decepcionante porque muchas veces el otro no está capacitado para cumplirlas.

En esencia, vivir es complicado… pero eso ya lo sabían.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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