‘Fachon Models’: Las apariencias engañan

Ulises es un aspirante a actor de teatro que, debido a su sobrepeso, no logra conseguir los papeles que desearía. Los únicos trabajos que logra obtener, y donde incluso ha formado una pequeña carrera, es como anunciante de productos milagro en infomerciales.

Ulises parece estar resignado a vivir y trabajar con ese sobrepeso hasta que se reencuentra con la hermosa Carolina, su viejo amor de la primaria, quien le servirá de inspiración para dejar de lado todos los prejuicios que lo rodean y luchar por ser el actor profesional que siempre ha soñado ser.

La nueva película del polifacético director Rafael Montero se une a la moda por la cual parece atravesar el cine mexicano de hacer comedias románticas. En un principio todo pintaba para que Fachon Models fuera una de esas comedias dignas de ser evitadas, principalmente por su mala estrategia de marketing, comenzando por el nombre, el póster  y el slogan, que tienen poco o nada que ver con la historia.

Pero, al final, la experiencia de Montero hace que sea un trabajo cinematográfico sencillo que, sin darle tantas vueltas, logra el objetivo que tenía planteado desde un principio: entretener. OK, no pasa de ser una comedia romántica más, con una historia ya conocida que se vuelve predecible, pero tiene un par de aspectos dignos de rescatar.

Principalmente, la crítica que se le hace a los estereotipos y al materialismo de la sociedad en la que vivimos, que se deja llevar por las apariencias. Una sociedad a la que no le importa el talento ni la preparación ni las ganas de triunfar que tengan las personas; lo único que les interesa es la apariencia. Si no eres guapo, estás destinado al fracaso.

Los medios de comunicación también se llevan su crítica al ser los principales responsables de ese racismo y esa intolerancia al mostrar esos estándares de belleza tan irreales a los cuales mucha gente aspira aun a sabiendas de que son prácticamente inalcanzables.

La actuación de Héctor Jiménez como El Charal y las breves, pero concisas escenas con el veteranazo Édgar Vivar  son de lo mejor que tiene la película. Jiménez hace un extraordinario trabajo como el mejor amigo de Ulises, quien no se deja vencer a pesar de no ser escogido en ningún casting por ser flaco, moreno y de clase baja. Por otro lado, Vivar, como Claudio Mancera, un nombre pesado dentro de la industria del infomercial, ve cómo Ulises sigue sus mismos pasos de no alcanzar sus sueños y le brinda un gran apoyo para dejar atrás todos sus traumas e inseguridades.

Desafortunadamente, la comedia romántica tuvo más peso dentro de una historia que daba para ser más profunda y mucho más crítica con todos los aspectos con los que no está de acuerdo y al final la crítica es muy light, al igual que la película, pero en general la película está bien; sí, con sus pecadillos, obviamente no es la gran película de arte, pero desde un principio deja claro que no era su intención. Tampoco es uno de esos bodrios infumables que pululan en el cine nacional, Simplemente es una película para ir a pasar un rato tranquilo con algunos chistes y varias escenas entretenidas y bien logradas.

Por Luis Arredondo

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