‘Estación Zombie: Seúl’ y la indiferencia social

Los escenarios postapocalípticos provocan una fascinación peculiar en las personas por la conjetura de posibilidades de supervivencia que tendría la humanidad ante casos en los que se vea amenazada por sucesos sobrenaturales capaces de sobrepasar su comprensión.

Más allá de retratar persecuciones provocadas por cadáveres resucitados, la temática zombie ha alcanzado un notorio apogeo, reflejado en los alcances de la confrontación entre humanos conscientes y radicales en la serie The Walking Dead o incluso en el área gamer con The Last of Us, abordan el resquebrajo de las perspectivas sociales, los diferentes procederes de los integrantes de una sociedad y el peso de sus decisiones.

En Estación zombie: Seúl (Seoul Station, 2016), del realizador Yeon Sang-ho, Hye-Sun ha huido de una vida turbia en los prostíbulos y vive con Ki-Woong, el novio en turno que busca prostituirla por internet para obtener dinero fácil. Una discusión provoca su separación, atrapados en el caos provocado por zombies que irrumpen la ciudad de Seúl, regresando a la vida de la joven un misterioso hombre de su pasado.

Precuela de Estación zombie (Train to Busan, 2016), también realizada por Sang-ho, la técnica de animación se aleja de la tradicionalidad digital proporcionada por Pixar y del preciosismo en anime de Hayao Miyazaki, para recalcar a sus personajes y sus acciones sobre el escenario en el que se desenvuelven. Sus rasgos underground, antipáticos y un poco torpes, son minimizados por los retazos de profundidad en los lazos emocionales de sus personajes, compensando las fricciones visuales con un realista contexto social que señala el egoísmo. La indiferencia ante el más necesitado y la brutalidad humana.

Si bien el relato preserva el drama en la ambivalencia de los lazos humanos que volvió un hit a su predecesora, convirtiéndose en un alter ego de la misma al ofrecer un tono mucho más oscuro, no logra recrear ni la solidez en su trama ni las sobresalientes secuencias de acción, ofreciendo una reiteración de hechos e inconsistente en la supervivencia retratada, sin explicar el origen del virus que aqueja a la ciudad coreana a pesar de tratarse de una precuela.

Más próxima al suspenso que al terror y sin deslindarse de las confecciones habituales del género, Estación zombie: Seúl ofrece un meritorio desenlace que ahonda en la ambigüedad moral y retrata una cruda retrospectiva social de la división de clases, la indiferencia de las autoridades ante el sufrimiento ajeno y la opresión del poder.

Por Mariana Fernandez (@mariana_ferfab)

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