Una entrevista sobre Esquirlas, lo personal se vuelve político

El 3 de noviembre de 1995 una serie de explosiones sacudieron a la pequeña comunidad de Río Tercero, en Córdoba, Argentina. Las detonaciones provenían de la Fábrica Militar que daba trabajo a muchas de las familias de la zona (cerca de 45 mil personas). Hubo siete fallecidos.

Los hechos dieron pie a diversas investigaciones –incluyendo el posible encubrimiento de tráfico de armas–, no obstante el gobierno comandado por el presidente Carlos Menem siempre sostuvo que se había tratado de un accidente. La directora argentina Natalia Garayalde retoma este hecho en su ópera prima Esquirlas (2020), donde utiliza los videos caseros que su familia rodó en aquellos años para reconstruir no sólo la explosión sino cómo ésta afectó a los habitantes de Río Tercero y, en específico, a su familia hasta el presente.

Garayalde obtuvo el premio a Mejor Dirección en la edición 2021 del Black Canvas – Festival de Cine Contemporáneo y actualmente su película se presenta como parte de la programación del 41 Foro Internacional de Cine. Con motivo de estas presentaciones, charlamos con la realizadora sobre los retos que representó la producción del documental y la manera en que lo personal siempre es político.

Butaca Ancha (BA): ¿Cómo nació el proyecto de Esquirlas?

Natalia Garayalde (NG): Pensé en hacer esta película porque se cumplían 20 años de las explosiones, quería dejar algún documento de memoria sobre lo que había pasado, sobre todo porque era un hecho impune. Decidí juntarme con un grupo y empezar a hacer una película, primero era un documental más informativo y fue transformándose durante cinco años en lo que terminó siendo Esquirlas.

ESQ002

BA: Imagino que esta transformación se dio por el material familiar, ¿qué encontraste en estos videos familiares que te llevó a incluirlos como vehículo de la historia?

NG: La aparición de los cassettes familiares fue posterior a la decisión de empezar a hacer una película, lo descubrí cuando ya había decidido contar esta historia que había afectado a mi ciudad, a mi país y, también, a otros países porque hubo un tráfico ilegal de armas que afectó a países en conflicto bélico.

También fue un proceso la decisión de tomar este material, fue difícil contar la historia desde mi familia, porque temía hacer una película autorreferencial y no quería eso. Pensé que desde un principio que yo quería contar este gran evento histórico que nos había afectado desde una microhistoria. Esa microhistoria primero era la de un operario que enfermó y tuvimos que poner pausa a ese rodaje porque él estaba enfermo.

Siempre, digamos, la idea era contar esta historia a partir de un microrrelato, después la decisión fue contarlo desde mi experiencia. Entendía que a partir de esta biografía se podía entender las condiciones políticas que atravesaban esa familia, en este caso era la mía pero podría haber sido otra. Lo hice desde esta subjetividad porque tenía ese material –que junté con materiales de vecinos y vecinas– porque me parecía que es muy poderoso contar un relato macro a partir de pequeños detalles, de pequeños de hechos cotidianos.

BA: El uso del material subraya uno de los temas de la película: las consecuencias impredecibles de los acontecimientos.

NG: Una vez que ya estuvo la decisión de contar este evento, fue mi motivación justamente que se hablara de un tema que había quedado olvidado, porque era un hecho que afectó a una ciudad chiquita del interior en Argentina. Mucha gente se había olvidado de lo que había pasado, de ese gran atentado. Esa era mi idea, fue mi impulso, lo que me sostuvo durante todo ese tiempo haciendo la película.

Con eso muy claro, después sabía que estaba haciendo una película, lo pensé como con una narración, este inicio que cuenta un poco los personajes, la ciudad, cómo es la vida cotidiana y cómo un hecho trágico modifica la vida de las personas, cómo eso también puede llegar a afectar. Un hecho pasado puede tener su resonancias en el presente y, por eso también, termina con algo que a mí me alarma y me preocupa sobre el presente de la ciudad.

La historia principal son las explosiones y la venta ilegal de armas, sobre todo las explosiones, y después aparecen subtramas, por ejemplo: cómo un hecho trágico modifica la mirada de una niña y un niño, eso se puede ver también en la película.

ESQ03

BA: Los documentales de archivo no son algo nuevo, sin embargo en los últimos años se han ido haciendo más comunes. Incluso, Esquirlas coincide con otro par en la programación del Foro. ¿A qué crees que se deba el uso más frecuente de este recurso?

NG: No tengo una respuesta ante esto porque no soy crítica de cine, de alguna forma me faltan un poco ciertos elementos para hacer un análisis más profundo. Puedo de alguna forma tirar algunas intuiciones o cosas que fui viendo, charlando, leyendo, siempre desde un lugar sabiendo que me faltan muchas herramientas para poder hacer un análisis más sociológico porque sí, yo veo lo mismo.

Creo que puede llegar a tener que ver, por un lado, porque hay muchas mujeres haciendo estos documentales con material familiar y en algo nos afecta un poco esto de dejar de ser las guardianas de los secretos familiares, de alguna forma entender que eso que pasaba dentro de la casa también era un hecho político.

Muchas mujeres –sobre todo de mi edad, mi generación– empezamos a hacernos preguntas desde el feminismo, empezamos a encontrar que lo que sucedía puertas adentro también es un material que se puede analizar. Ese puede ser uno de los abordajes. Después creo que hay preguntas éticas en el cine qué son cómo nos acercamos a un otro, una otra, cómo trabajamos con la otredad. A veces el cine puede ser muy cretino cómo manipula la vida de otras personas.

Meterse con la propia vida es exponerse, esto que puede ser leído como autorreferencialidad y creerse del centro del universo, igual puede ser leído desde la otra mirada como sacarte las corazas, hacerse cargo de una temática y no usar la vida de otres para contar lo que también afecta la vida de une y, de alguna forma, exponerse un poco más como cineasta.

Me pasó también que dije ‘por qué voy a contar esta historia que me afectó como si yo no lo hubiese vivido’, con un distanciamiento casi académico como si yo no hubiese sido afectada por esto. En un punto hay un giro autobiográfico también para hacerse cargo de de eventos históricos.

BA: Al ver la película es imposible no pensar en los casos de corrupción o problemas políticos que se presentan por toda América Latina, los cuales una vez pasada su notoriedad inicial se olvidan o pasan a segundo plano. El cine se convierte en una herramienta para regresarlos a la luz.

NG: Ese fue mi deseo, de hecho vengo más de la comunicación social y del periodismo. Empecé a estudiar periodismo para poder entender e intervenir en la sociedad, en el país donde vivo. Hacer esta película me conectó con el cine porque encontré ahí un vehículo, un modo de poder expresarlo de forma poética y no solamente como una denuncia o un manifiesto. La idea de contar un hecho histórico/político.

Para mí hacer esta película y poner mi material a disposición fue muy difícil, porque uno siempre quiere esconder que hacer películas en Argentina tiene que ver con una posibilidad que tiene la clase media blanca. Por eso también siempre estamos escondidos y no nos hacemos cargo de que todavía sigue siendo algo que no es accesible para todo el mundo. (En el futuro) ojalá que sí, creo que cuanto más aporte haga el estado –en cuanto a más fondos públicos haya– para poder hacer cine, más acceso habrá, más personas van a poder agarrar una cámara y hacer su propia película.

Por Rafael Paz (@pazespa)

    Related Posts

    Black Canvas | No quiero ser polvo y la farsa mística
    Black Canvas | Una reseña sobre El auge del humano 3, de Eduardo Williams
    Black Canvas | Una reseña sobre Concrete Valley, de Antoine Bourges
    Black Canvas | Encuadrar lo humano: una entrevista con Teddy Williams
    Black Canvas | Una reseña sobre Un Prince, de Pierre Creton
    Black Canvas | Una reseña sobre Family Portrait, de Lucy Kerr