Una entrevista con Arcelia Ramírez sobre La civil

En su texto desde el Festival Internacional de Cine de Cannes, Icnitl Ytzamat-ul Contreras García describe a La civil como “una narración que se desarolla en el escenario que no por sabernos de memoria, es menos doloroso: el narcotráfico, la trata de blancas, los secuestros, la tortura y la extorsiones.”

La película, ópera prima de la rumana Teodora Mihai, tiene en su centro a Cielo, una de las miles de madres que buscan a sus hijos desaparecidos por todos los rincones del país. La encargada de interpretarla es la actriz Arcelia Ramírez, quien se sentó con nosotros para hablar de su experiencia filmando esta historia y de los motivos que la llevaron a unirse al proyecto.

¿Qué te motivó a participar en La civil?

Arcelia Ramírez (AR): Evidentemente lo primero que pasó fue que leí el guión y me impresionó, me pareció un guión muy poderoso, un personaje extraordinario en el amplio sentido de la palabra. Además del desafío actoral que siempre me entusiasma mucho. Me parecía importante tener la ocasión de hablar de este tema tan doloroso, de una herida profunda que tiene este país, una herida que sangra y que está abierta desde hace muchísimos años, pero en este momento hay más visibilidad, no por nada hay tantas películas que están tratando este tema. Necesitamos entender, necesitamos ponerlo sobre la mesa y robustecer el debate, el análisis de un problema multifactorial complejo.

La civil justamente da la perspectiva de una directora, Teodora Mihai, que aunque no es mexicana es mexicana de corazón absolutamente. Es rumana de nacimiento y vive en Bélgica, entonces esta distancia le da esta perspectiva que resulta objetiva para poder plantear una trama de muchos elementos, de muchos factores y, sobre todo, con personajes muy humanos. Me pareció que no era una película de buenos y malos, sino una película de personas con contradicciones, con muchos ángulos y matices. No es de blanco y negro, sino de muchos grises.

Este guión estaba cobijado por la coproducción de, nada menos, los hermanos Dardenne y de Rumanía Cristian Mungiu, después se sumó al proyecto, por parte de la coproducción mexicana, Michel Franco. Había muchas condiciones para para confiar en que un tema tan delicado estaba en buenas manos.

Entiendo que el proyecto inició como un documental y luego se convirtió en ficción, ¿qué tanto de esa investigación sirvió para construir a Cielo?

AR: Yo vi un solo pie de material audiovisual. Teodora ya tenía su investigación, primero iba a ser un documental sobre la perspectiva de los jóvenes en este país que tienen que negociar permanentemente con la violencia.

La primera vez que Teodora tuvo la necesidad de hablar sobre este tema fue cuando visitando unos amigos en el norte del país hace muchos años, le dijeron: “oye, regresa a las 7 de la noche porque es muy peligroso regresar después de las 7”. Ella necesitaba saber cómo vivían los chicos con estas restricciones a causa de la violencia, entonces inició la investigación y cuándo empezó a encontrarse con las mamás, tenían unas historias tremendas. Encontró a una en específico que fue quien quien inspiró al personaje de Cielo, no es la historia de esta mujer extraordinaria por más que que muchos lo quieren de esta manera, es una película que recoge el testimonio de todas las mujeres con las que Teodora se entrevistó.

Después quiso hacer un documental sobre esta mujer, un día ella le dijo “todas las mañanas lo primero que pienso es matar o morirme”. Ahí fue donde Teodora dijo “necesito entender cómo esta mujer llegó esta conclusión”. Se dio cuenta que el documental era riesgoso y no le daba la libertad para hablar del tema como ella lo quería, entonces acordaron que sería una ficción y que iba a recopilar todos los testimonios. El guión lo hicieron entre ella y Habacuc Antonio De Rosario, que es un escritor tamaulipeco.

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A la hora de empezar a trabajar sobre el personaje de Cielo, Teodora me dijo que no quería que yo viera nada de ese material para no contaminar tu concepción del personaje, “quisiera que lo hicieras tú desde tu imaginación, que tú lo consiguieras y que empecemos a esculpirlo juntas, yo te voy a dar todos los elementos que conozco”.

Obviamente conocían al personaje perfectamente después de una investigación tan exhaustiva, lo hicimos a partir del guión nada más. No hice trabajo de campo tampoco, porque nos tocó hacer esta película en plena pandemia, antes de las vacunas. Era una logística súper complicada, que no la sentía necesaria Teodora. Nos vimos como un mes y medio todos los días con todas las medidas de sanidad y hablamos de cada escena –porque es un personaje que sale en todas las escenas–, de cada matiz, intención, objetivo, obstáculo, en fin, la mayor parte de elementos que pudiéramos tener a la mano para utilizarlos al momento de realizar las escenas en el set. Después vino la intervención de los actores con los que construimos esta historia: Álvaro Guerrero, para empezar, es un actor al que quiero muchísimo y lo admiro desde que estoy chiquita, vaya chiquita profesionalmente; después Jorge Jiménez, con quien ya había trabajado antes; Daniel García; Mónica del Carmen; Eligio Meléndez, en fin, un reparto increíble.

Así fuimos haciéndolo con mucha convicción, con el corazón.

¿Qué retos representó filmar durante la pandemia?

AR: La producción tenía unos protocolos muy estrictos de sanidad. Traté de hacer todos los esfuerzos para no enfermarme porque sabía que si eso pasaba el rodaje hubiera tenido que detenerse. Me vitaminé, hacia clase de yoga todos los días antes del llamado y después, solamente comía con el equipo una vez al día, el desayuno y la cena eran en mi habitación, desayuné y cené prácticamente todos los días lo mismo para evitar problemas gastrointestinales. Estuve muy concentrada. Estar en una locación te permite que la energía no se fugue y puedes pensar en el personaje y los desafíos que se van presentando.

Es una película que camina en zonas grises, que muestra las exigencias que impone la violencia en el país. Sin embargo, algunos han leído en ella un mensaje de apoyo a la militarización. ¿Qué piensas de eso?

AR:Esta película se sitúa en el 2014, entonces, pues sí, el Ejército está ahí. Pero esta película habla de una mujer a quien le secuestran a su hija, quien al ver al verse desamparada del apoyo de las autoridades y del exmarido, toma la justicia y la búsqueda de lo que le pudo haber pasado a su hija por su propia mano.

Habla también de cómo evoluciona una mujer que se sacude el machismo, la sumisión y descubre su propia fuerza, inteligencia, valentía y va a la acción. Vemos la evolución de una madre, pero habla de los riesgos de dejar solas a las madres que buscan a sus hijos y deciden tomar estos riesgos.

Son los que toma Cielo al verse desesperada, aliándose con un militar que tiene maneras muy poco ortodoxas de funcionar y que no la dejan ilesa, por algo esa relación se trunca en algún momento, ¿sabes? Esa negociación no la favorece, la hace transgredir sus propios límites morales. Ella no tenía por qué llegar a este a este punto y llega por lo delicado y doloroso del problema.

Esa interpretación de algunas personas –sobre la militarización– es una interpretación un poco fácil, hay que entender muy bien cuáles son las consecuencias de la alianza de Cielo con con el militar.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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