‘Elysium’: Socialismo cibernético

La tensión social genera dinámicas de profunda transformación social con el gradual paso del tiempo. Ésta puede degenerar en movimientos de violenta y profunda polarización clasista en la sociedad, fenómeno del cual somos testigos de manera cotidiana. Desde luego que la realidad necesita de ejercicios futurológicos que nos permitan visualizar el punto culminante de una realidad social. Elysium, del director sudafricano Neill Blomkamp, visionario fabulista detrás de la clara alegoría política de District 9 (2009), toma de manera abierta una mezcla de la abismal desigualdad social y la inmigración para crear una sólida aunque inconsistente cinta de ciencia ficción.

La trama toma la ciudad de Los Angeles en el 2051, donde la pesadilla de atención automatizada y brutalidad policial mecanizada parecen ser la pesadilla de pensadores sociales como el francés Michel Foucault que postula en Vigilar y Castigar los preceptos de control y segregación que conforman la política de la Nueva Tierra. Es en este contexto que Max (un calvo Matt Damon), trabajador en una fábrica que provee de droides al paraíso neocapitalista denominado Elysium, sufre un accidente que lo condena a morir en 4 días. La única salida es llegar de contrabando a la mentada nodriza elitista, resguardada por una secretaria de defensa con el carisma sexual de Angela Merkel, la clase de Christine Lagard (directora del FMI) y la estrogenada masculinidad de Janet Napolitano (Secretaria de Defensa de EU), la fenomenal (aunque desperdiciada) Jodie Foster.

Es en esta plétora de metáforas políticas, desesperados migrantes transportados por polleros espaciales y de deschavetados agentes de seguridad, Neil Blomkamp orquesta una cinta que cuenta con un potencial enorme que despega con fuerza pero termina en una destructiva detonación creativa, con momentos de disonante irregularidad que afectan el resultado final. Blomkamp construye una utopía sólida bañada en ascéptico blanco y futurista diseño ideado por el diseñador industrial Syd Mead a la par que crea una distopía sucia y plagada de detalles (nótese que en la tierra se manejan carritos Nissan, mientras que en Elysium algunos pods para enfermedades cuentan con el sello Versace). El establecimiento de los mundos es orgánico, atractivo y evoca cintas clásicas del género como Mad Max de Miller o Total Recall de Verhoeven, el problema viene de aquellos que pululan en estos mundos.

El establecimiento de la trama, su atropellado desarrollo y algunas cuestionables decisiones de dirección son algunos de los elementos que impiden a Elysium convertirse en un nuevo parangón del cine de ciencia ficción (aunque se podría instaurar, con ciertas reservas, mejor en el cine futurológico de ligeros tintes Lemianos). La primera parte de la cinta está construida con fuerza e ideada de manera cuidadosa aunque recargada, construyendo una endeble pirámide que sufre bastante para mantenerse de pie durante el tercer acto. Personajes como el de Diego Luna (en pleno homenaje al Rubas de Café Tacuba) y sobre todo el de Alice Braga pecan de llenar requisitos arquetípicos del género.

Aunado a esto, Blomkamp busca dotar de contexto al personaje de Damon mediante flashbacks de cuando niño en el orfanato, cargados de una imaginería que parece venir de un sueño húmedo de la Unicef e innecesarios momentos en los que se usan tomas con cámara phantom para apantallar a los más lerdos.

A pesar de estos tropiezos, Elysium es una eficiente fábula política impregnada de un incendiario y espectacular gore, un fantástico diseño de producción y la atosigante presencia del actor sudafricano Sharlto Copley, quien como un agente del gobierno un poquito malito de su cabeza, se convierte en la presencia de más fuerza en la cinta. Elysium, a diferencia de una amplia cantidad de superproducciones hollywoodenses de antaño, no evita la multiculturalidad, probablemente más una estrategia de marketing que un sincero esfuerzo social, pero resulta reconfortante ver a los extras hablando su idioma, a los mercenarios sudafricanos hablando en jerga propia, un presidente hindú, Jodie Foster presumiendo su francés y Matt Damon diciendo en agringadou español que cagó sus choninos.

Elysium aboga por un mundo igualitario, donde las oportunidades son brindadas de manera imparcial y sin miramientos clasistas mediante moralejas democratizantes, ideales y desafortunadamente, cada vez más ficticias. Elysium demuestra pues, que la mejor visión del futuro, es aquella que simplemente renderiza un  nuevo, ominoso y cercano presente.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

    Related Posts

    Gran Turismo: Los límites de la simulación
    Air: Altura de cancha
    ¡Te invitamos a ver ‘Hotel de criminales’!
    Mandela vs el muro: 10 películas para entender el apartheid
    ‘Pequeña gran vida’: Maquetas distópicas
    ‘Rogue One’: Hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana

    Leave a Reply