#ElBotadero El churro más dulce: “El Charro de las Calaveras”

Título Original:El Charro de las Calaveras” (1964)

Pregunta por ella como: “¿Tiene algo de zombies y vampiros haciendo jaripeo?” o “Ando buscando algo de terror ranchero”

Valor agregado: Dirección de Alfredo Salazar (hermano del legendario Abel S.)

México es un país que se especializa en la fabricación de churros y demás repostería. En el cine, el término, según el magno historiador Emilio García Riera, fue acuñado debido a la producción en masa de cine barato y con valor estético y artístico ínfimo. A pesar de eso, hay gente que gusta de remojar su churrito en leche, chocolate o rellenarlo de mermelada para darle otro sabor a este fálico postre. Esto es precisamente lo que hace Alfredo Salazar en su película de 1964, El Charro de las Calaveras. La película presenta los elementos básico del churro: una trama sencilla, un único personaje central (el charro en cuestión), una o varias damas en peligro, el patiño cobarde y un niño molesto que esperas sea despedazado en algún momento de la película, pero nunca sucede. A primera vista, tenemos la receta correcta y tradicional en la elaboración de un clásico churro. Pero Alfredo decide ponerle más ingredientes a su churro: “lobos humanos”, vampiros y hasta el mismísimo Jinete sin Cabeza®, lo que nos da como resultado un abultado, deforme y excesivamente dulce “churro”.

La historia del “Charro de las Calaveras” toma elementos del cómic en su reinvención como “justiciero anónimo”: dado que sus padres fueron asesinados por criminales, él decide adoptar la “anónima justicia” para vengarlos. Las calaveras de su uniforme, según el mismo Charro, representan a cada uno de los criminales que asesinaron a sus padres; la calavera es un pesado simbolismo que en el uniforme del charro toma un rol dual como venganza y comanda… además de que se ven fregonas las calaquitas en el traje. Toda la mitología del personaje representa una a apropiación sencilla del universo del cómic (surgido en los años de la depresión norteamericana y que alcanzó gran auge en las décadas que enmarcan al “Charro de las Calaveras”) y que toman la “venganza anónima” como leitmotiv.

Licantropía al chile. El “Lobo Humano”

La fascinación por el monstruo en el cine es casi como una respuesta a los miedos desconocidos que surgen de otros sistemas económicos o políticos diferentes al capitalista. Teóricos norteamericanos han dedicado volúmenes completos a la “humanización del miedo”; pasamos de un concepto abstracto a un claro antropomorfismo en la forma de monstruos. En los 40, época dorada de los monstruos Universal (Lugosi, Karloff, Chaney), con sus rasgos sovietizados para remarcar la en aquel entonces amenaza roja o, en los 50, las invasiones extraterrestres, clara alusión a una invasión comunista, estando en el punto más álgido de la Guerra Fría, fue cuando el serie B tuvo su “auge simbolista”.

Metamorfosis Política o el Mensaje de la Basura

No siendo la excepción a esta regla, el Charro de las Calaveras presenta una interesante lectura: los monstruos que atacan al campesino, irrumpiendo el orden social y moral de los campesinos y de toda su axiología o código de valores. El “lobo humano” es una alusión quizá un poco elusiva de aquel priismo autoritario, rígido y duro en la figura de un padre que abandona su naturaleza humana para asesinar a sangre fría. La cinta entonces toma una postura política ligera, bien disfrazada o quizá para algunos de ustedes lectores, inexistente, pero recuerden que en la basura solemos encontrar mensajes que reflejan una verdad negada o muchas veces olvidada.

Se me quemó el churro…Pobreza de medios, ¿riqueza de ideas?Cuando el dinero falta, la inventiva sobra. Ojalá pudiera decir eso de mi querido Charro de las Calaveras, pero si hago tal aseveración, sería un sucio hipócrita. Siendo así, sólo podemos mencionar que la caracterización de los personajes carece de una estética definida, eligiendo la deformación total, no como una herramienta formal, sino como carencia de medios. Como se puede apreciar en la película, las máscaras de los zombies parecen hechas de cera, mientras que desconozco a cuántas damas y caballeros hayan “pelado” de sus partes íntimas para confeccionar la máscara de “El Vampiro Huasteco”. Mas no hay que olvidar que estamos hablando de serie B, donde esta carencia de medios, reditúa en un invaluable “valor camp”, por lo tanto, el presupuesto de una cinta es proporcionalmente opuesto al valor camp. En Wall Street  dirían que es la economía del  laisser faire…de la merde.

“El Jalogüín” y la Apercepción Cultural

Es notorio en el desarrollo de la historia de El Charro de las Calaveras el hecho de toparnos, irremediablemente, cada escena con tremendos anacronismos que buscan mantener el interés del espectador. Estamos probablemente ante un producto que quiso seguir el concepto de “serial” norteamericano (estilo El Llanero Solitario), ya que la historia es presentada en viñetas, cada una de ellas siguiendo la misma estructura lineal y simple con ligeras digresiones, como un cómic, que a la postre se convertiría en el estilo preferido de narrar la historia durante la psicodelia noña de los sesenta. Pero ahora tomamos un personaje “mítico” tomado de la literatura estadunidense del S. XIX, de la pluma de Washington Irving, La Leyenda de Sleepy Hollow y la trasladamos (y traducimos) a los códigos de identidad del cine ranchero y ¿qué tenemos? Un híbrido del Corazón delator de Allan Poe con una película de Pedro Infante. Esta digestión de referencias de alto y bajo, componen la esencia del kitsch y, por ende, la esencia de un factor importante en el cine mexicano antes de los años setenta. El híbrido cinematográfico se ve reflejado en la hechura de esa cabeza que está dentro de la caja en la última parte de El Charro de las Calaveras: hosca, burda y cómica.

El trío calavera…menos uno. Imágenes de la muerte

Cada pedazo de basura tiene potencial de ser reciclado o reutilizado de cierto modo. Es interesante notar que el tiempo es lo único  capaz de añadir valor a todas estas cintas. El botadero añade valor con el tiempo, dignifica la baratez del ayer, enriquece la lectura de estas cintas y nos da otros puntos de análisis. La muerte dignifica a la persona y el tiempo a la creación, sin importar la valoración dada ayer, siempre habrá gente que se coma y disfrute sus churros rancios.

Este vampiro no muerde…pero cómo aprieta

Por JJ Negrete

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