‘El sueño de Iván’: Fantasías de super campeones

El cine tiene la capacidad de convertir nuestros sueños más locos en algo tangible, limitados a una pantalla, sí, pero tangibles al fin y al cabo. Ése es el caso de El sueño de Iván (2011), la más reciente película del español Roberto Santiago.

Iván (Óscar Casas) es un niño español que ama el futbol. Su existencia gira en torno a ese deporte, ya sea correteando la pelota en la escuela con sus compañeros o jugando con su consola de videojuegos un partido contra su vecina, Paula (Carla Campa).

Así que imaginarán su sorpresa y excitación cuando la FIFA anuncia que las más grandes estrellas del futbol jugarán un partido de beneficencia contra una selección de los mejores niños de alrededor del globo, además serán dirigidos por el mejor entrenador del mundo —quesque—: Torres (Demián Bichir a medio camino entre Mourinho y Guardiola). Después de demostrar en un entrenamiento que no es como la mayoría de los niños de su edad, Iván logra entrar al equipo y así cumplir su sueño.

El sueño de Iván está filtrada por una perspectiva infantil. En este mundo los adultos son vistos como entes llenos de excentricidades, los villanos son los bullies del equipo y el mayor problema de nuestro protagonista es saber si Paulita lo quiere o no y si tres besos la convierten en su novia.

La intención es clara, regresar al cine infantil la inocencia que hoy día parece haber perdido. Comparemos con las producciones clásicas de Pixar, las cuales seguían un modelo basado en producir una película para niños con un subtexto abundante y atractivo para así conquistar también a los adultos.

Roberto Santiago no busca eso, su película está enfocada en los más pequeños y nada más. Si a eso le sumamos que la cinta es producida por la UNICEF —junto a inversión mexicana, española y colombiana— y ésta impone una visión de esperanza y buena onda, tenemos un producto infantilizado.

Es una visión radicalmente opuesta a Los niños de nadie (All the Invisible Children/Les enfants invisibles, 2005), otra producción de la UNICEF compuesta por cortometrajes en la que participaron cineastas como Emir Kusturica, Spike Lee, Ridley Scott, John Woo, Mehdi Charef, entre otros, y que mostraba una mirada mucho más cruda sobre los diversos problemas que los infantes enfrentan alrededor del mundo.

Hasta dónde llega la mano de la UNICEF en El sueño de Iván que el mejor jugador del mundo no es ni argentino ni portugués sino coreano, un tal Lee Jung. Ya saben, diversidad ante todo. Se trata, como dicen mis padres, de darle un poco del viejo y sano entretenimiento a los mocosos.

Es gracias al dinero mexicano que la historia se desarrolla casi en su totalidad en el Distrito Federal, por qué otra razón la FIFA organizaría un partido amistoso de estas proporciones aquí. A eso mismo debemos que Demián Bichir y Ana Claudia Talancón estén involucrados.

¿Están los niños de hoy día interesados en películas como ésta? ¿Llegará ese mensaje de que el equipo es primero y no quien mete el gol a el suficiente número de mentes? El sueño de Iván recuerda en varios pasajes de su trama a aquella caricatura que se puso de moda en los 90: Los supercampeones (Kyaputen Tsubasa, 1983–1986). Al igual que a esos niños, lo único que importa en la cabeza de Iván es dar lo mejor de sí en la cancha, ganar es importante pero no lo es todo.

Quizá los niños ya están muy maleados para un mensaje así.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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