‘Él’: Qué bellos son tus celos de hombre…

Francisco Galván de Montemayor es un hombre acaudalado, de buena cultura y estimado en sociedad, además es soltero. Dirían por ahí, es un buen partido. Un día en la iglesia sus ojos se cruzan con los de Gloria y se siente inundado por un sentimiento hasta ese momento desconocido: amor. A partir de ese momento hará hasta lo imposible por unir su vida a la de Gloria y lo consigue, como si de un cuento de hadas se tratara. Será durante la luna de miel que la verdadera naturaleza de Francisco emerja.

Él (1953), de Luis Buñuel, es un estudio sobre los celos en su versión extrema, la paranoia. Situación que interpreta a la perfección Arturo de Córdova. Dice Luis Buñuel en sus memorias –Mi último suspiro– que la cinta es una de sus favoritas, ya que la historia, aunque presentada en México, se podría dar en cualquier parte del mundo, lo cual hasta cierto punto es cierto, el guión mantiene una universalidad capaz de trasladarse a cualquier otra geografía.

Uno de los grandes logros de Él es la destrucción del modelo que encarnaba Arturo de Córdova en aquel México de los años 50: la perfecta imagen del profesionista mexicano. Aquí a pesar de interpretar a un hombre de sociedad, su obsesión y ataques paranoicos lo convierten en un vil loco. Si el modelo a seguir –al menos de nuestros abuelos o padres– es acosado por tales demonios, ¿qué le espera a los demás? Este destrozo es uno de los grandes aciertos de Buñuel.

Hay, también, una vuelta de tuerca a la tradicional historia melodramática de chico conoce chica, se enamoran, un ente externo crea problemas, éstos se resuelven y son felices para siempre. En Él, el conflicto nace en uno de los enamorados, es interno. Una identidad terrorífica –aunque sin intención de serlo y por lo tanto animal– oculta debajo de una máscara de perfección que luce en sociedad y que incluso es envidiada en esa realidad ficticia en que se desenvuelve.

La afectada es la única que la conoce y sufre ese infierno que sólo puede crecer hasta convertir los sentimientos positivos en negativos. Del amor al “te odio, déjame en paz” hay pocos pasos.

No es de extrañar que en su estreno Él fuera rechazada por gran parte del público mexicano. Para la sociedad mexicana de aquellos años el divorcio seguía siendo un tabú y aquellas parejas que optaban por él eran estigmatizadas. Dirían las abuelitas que a cada quién le tocó una cruz que soportar, Dios terminaría por premiar el sacrificio. En palabras más simples, había que joderse y aguantarse.

Por Rafael Paz (@pazespa)

Él se presentó en la Cineteca Nacional en la función Luis Buñuel, a 30 años de su fallecimiento.

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