El punk en el cine: documentar la revolución del pensamiento

Es ruidoso, rápido, agresivo, político, polémico, amenazante y lleno de energía, además de que está compuesto por todo lo que nuestros padres temían que conociéramos cuando éramos pequeños: mucha pose, ropa hecha jirones, perforaciones en la nariz, tatuajes y, sobre todo, una actitud rebelde con miras a cambiar el mundo. Estoy hablando del punk, uno de los géneros más castigados en la historia, el cual ha sido inspiración para algunos de los guiños más interesantes en documentales de rock.

Debemos empezar con una producción de 1981 llamada The Decline of Western Civilization (El declive de la civilización occidental), de la directora y productora Penelope Spheeris, que retrata las inquietudes de toda una generación de californianos entre 1979 y 1980.

The Decline of Western Civilization es uno de los trabajos más estructurados que he tenido el placer de ver. Este documental le hace el favor a su nombre, pues es rápido, agresivo, crudo y decadente. Expresa lo que los jóvenes pensaban, y siguen pensando, acerca de una vida llena de decepciones y violencia, lo que los lleva a la creación de un nuevo mundo, cargado de representaciones artísticas contraculturales que le vuelan la cabeza a cualquiera, seas admirador o detractor del movimiento.

En todo el filme no se habla mucho –¿actitud punk?–, lo que se dice se hace rápido y conciso, sin dar vueltas innecesarias. Después de este trabajo siguieron The Decline of Western Civilization Part II: The Metal Years (1988), y The Decline of Western Civilization Part III: Gutter Punk (1998), aunque sus secuelas no llegaron a ser parte del culto a la primera entrega.

¿Punk? It’s all about the attitude

Pero qué hace que algo sea punk: ¿acaso son los pantalones rotos, los tres acordes de la guitarra o la actitud de que todo se puede ir al infierno? En el documental intitulado Punk: Attitude (2005) de Don Letts se insinúa que más que los pelos en pico, la música estridente y el ser marginados, la actitud es todo lo que importa.

Este documental es una verdadera maravilla. Lo único que se necesita, según Henrry Rollins, ex vocalista del grupo hard core Black Flag, es “encontrar a un chico o a una chica que se levante y diga: ¡a la mierda!”.

La actitud punk es rápida, amenazante, poética, política, sin importar demasiado lo que diga la gente. Este documental es así. Por más de una hora, nos lleva de la mano por la rebeldía y su expresión artística, desde los inicios protopunk hasta las hazañas del grunge en los 90 –otro movimiento que es bien reflejado–, a través de dos documentales estridentes: el primero, y quizá el más importante, es 1991: The Year Punk Broke (1992), del director David Makey, quien explora la gira europea de los íconos del rock Sonic Youth y Nirvana; el segundo, titulado Hype! (1996), en el que se critica la conquista de los medios masivos, a las corporaciones y a la música alternativa.

De bajo presupuesto, pero hechos con corazón

Sin entrar en detalles estéticos, los filmes explorados hasta ahora, tienen la misma característica: todos comparten la ideología DYS (Do it Yourself o Hazlo tú mismo) de las décadas 70 y 80.

Estos documentales de bajo presupuesto están hechos con el corazón. Esta idea es explorada en otro éxito de descargas ilegales en Internet. Hablamos de American Hardcore (2006), dirigido por Paul Rachman y escrito por Steven Blush, quien sacó un libro con el mismo nombre años antes.

En este punto nos encontramos con un poco más de la expresión artística inintencionada. Bandas que editaban sus propios discos, los grababan, los venden, e inclusive cortaban y pegaban el cartón que terminaría siendo la portada.

Es curiosa la intervención del hardcore en la producción de películas caseras en los 80: se hacía uso de la cámara Súper 8, que sólo tenía una duración de tres minutos, y la cual era perfecta para que los cineastas punk explicaran su mundo en un mismo lenguaje y que así se convirtiera en una influencia para futuros realizadores.

No sólo se trata de música

El punk es una forma estética de la contracultura contemporánea, y aunque comenzó como un movimiento musical, también podemos encontrar otras actividades artísticas como el diseño gráfico y la pintura.

La serie de documentales The Art of Punk (2013), publicados por El Museo de Arte Contemporáneo de los Ángeles, nos explica la estética de los flyers y los posters característicos de este movimiento. Estos trabajos pueden ser encontrados en su canal de videos en el portal YouTube, bajo el nombre de MocaTv.

El punk en México

Hay que mencionar que México ha aportado algunos documentos importantes en este rubro. El primero es Nadie es inocente (1987), en el que se cuentan las aventuras de un grupo denominado Los Mierdas Punk, película a la que dos décadas después Sara Minter, directora de ambos proyectos, buscará dar continuidad con Nadie es inocente 20 años después (2012), en la que se retrata la vida real de los jóvenes que participaron en la primera entrega.

Otro documental importante es La década podrida 1985-1995 (1995), de Pablo Gaytán y Guadalupe Ochoa, en la que se cuentan las vicisitudes que tuvieron y tienen que pasar los punks para ser respetados mientras se quedan en la marginación.

Sin duda, la actitud rebelde siempre encuentra una manera de expresión. Quizá se trate tan sólo de un puñado de personas que no tiene nada que hacer e invierte su tiempo en trabajar sobre el vacío. De cualquier manera no podemos negar la riqueza cultural que esta ideología ha aportado al mundo. La música está agradecida con aquellos que se atrevieron a ser ellos mismos, y los filmes de los que hoy hablamos son un documento de esa revolución de pensamiento.

Por José Luis Hernández

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