El microcosmos veraniego de Lumet

Doce hombres están encerrados en una habitación, su única responsabilidad es decidir si un adolescente es culpable o inocente de haber matado a su padre en el día más caluroso de todo el verano, ésa es la historia de 12 Angry Men (Sidney Lumet, 1957).

La minimalista puesta en escena de Lumet –el 95% de la película transcurre en un cuarto– no resulta aburrida, ni cansada, gracias al uso que el director da al resto de las herramientas cinematográficas, en especial la edición y el guión,recursos que algunos otros directores no logran ejecutar con el mismo éxito, por ejemplo Jorge Fons y su Rojo Amanecer (1991).

Cada uno de los personajes representa un extracto de la población estadounidense de los años 50, no se saben sus nombres, pero no los necesitamos. La dirección de Lumet hace que el público conozca a cada uno de los integrantes de este microcosmos y podamos definir sus prejuicios, su origen.

Tenemos dentro del coro de actores a un jurado más preocupado por un juego de beisbol que por mandar a un adolescente a la silla eléctrica, a otro cargado de prejuicios hacía los latinos, uno más como el anciano sabio al cual todos minimizan y así cada uno de los que conforman el grupo en cuyas manos queda el destino del joven, con Henry Fonda como punta de lanza. Es él el que trata de cambiar la mentalidad de sus compañeros y, de pasada, persuadir también al público.

Su actuación está bien llevada. Fonda no cae en el melodrama fácil aunque tantos sudorosos primeros planos podrían hacernos pensar lo contrario. El análisis del microcosmos nos hace comprender cómo funcionaba la sociedad americana de aquellos años, todo a través de un coro de actores.

Ahí está la grandeza de Sidney Lumet como cineasta, el trabajo con sus actores. Recordemos Tarde de perros (Dog Day Afternoon, 1975) con Al Pacino, El hombre de la piel de serpiente (The Fugitive Kind, 1960) con Marlon Brando y Anna Magnani o en Antes que el diablo sepa que has muerto (Before the Devil Knows You’re Dead, 2007) con Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawk; todas son ejemplos de que lo más importante en un filme de Lumet es el trabajo histriónico.

12 Angry Men funciona por la misma razón. No es una película que sorprenda por sus efectos especiales o por tener una trama transgresora, asombra por la empatía que logra el espectador con los personajes.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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    1 Response

    1. Es genial. Lo que hace grande a la película, precisamente, es el refrejo de los prejuicios y comportamiento de la sociedad ante situaciones claustrofóbicas. Muchos años después, películas como la grandiosa “El Método” de Marcelo Piñeyro rescatan la premisa y no la dejan en el olvido.
      Me gusta el sitio, keep writing.
      Saludos.

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