‘El dador de recuerdos’: El engaño de la igualdad

Siento que ya vi esta película en algún lado. En una distopía, la sociedad vive en aparente igualdad, sin embargo no es así: el aparente orden esconde una maldad más grande. Pero hay un noble y desinteresado adolescente, quizás un poco tímido o cohibido en un inicio, quien tendrá el destino de los suyos en sus manos y será la última esperanza para liberarlos del yugo. Inserte a actor/actriz de renombre que intervenga en el tercer acto para darle un empujoncito de calidad a la trama.

Al igual que las películas inspiradas por superhéroes y mallas ajustadas en la entrepierna, los filmes basados en literatura young adult parecen atascados en la misma plantilla, modificada y maquillada un poco para lucir diferente aun cuando el fondo no cambie en lo más mínimo. Ese es el caso de El dador de recuerdos (The Giver, 2014).

En esta ocasión, el protagonista lleva por nombre Jonas (sólido Brenton Thwaites) y ha pasado su vida creyendo fervientemente en las reglas impuestas: igualdad, respeto y ciega honestidad. El día de su ceremonia de transición entre la infancia y la adolescencia, Jonas es separado de sus amigos y además es nombrado nuevo “Receptor de recuerdos”. Así le ordenan iniciar su educación con El Dador (Jeff Bridges), un hombre taciturno que vive en los límites de la comunidad. Conforme sus “clases” avanzan, Jonas descubrirá que su mundo es una mentira, una vil pantalla donde los sentimientos y las sensaciones han sido reprimidas en favor de una supuesta estabilidad.

Aunque El dador de recuerdos contiene ideas bastante básicas –hay un capitulo de Los padrinos mágicos que explica lo mismo con mucha más elocuencia–, la experiencia del veterano Phillip Noyce (Salt, El coleccionista de huesos), dueño de un estilo bastante genérico, mantiene el barco navegando y entrega un producto disfrutable aunque no logre trascender.

El problema de usar la misma maqueta como molde para todos los largometrajes –y el material en que se basa– es la falta de sorpresas, ¿cómo sorprenderse si el héroe no puede caer? Si el cambio social es tan inminente, ¿es necesario nuestro héroe? Son dos temas con los que la franquicia de Los juegos del hambre han logrado jugar de manera un poco más satisfactoria, por ejemplo. Es extraño que una cinta interesada en hablar sobre la individualidad y la originalidad en cada ser humano no logre encontrar la forma de destacarse de la manda. A veces el león sí es como lo pintan.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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