‘El Castillo de Cagliostro’: El inicio

Lupin y su inseparable compañero Jigen huyen de la justicia tras haber robado varios millones de un casino en Mónaco. Durante su escape se dan cuenta de que su botín está conformado por billetes falsificados que no les serán de ninguna utilidad. Decepcionados, deciden investigar el origen del dinero que parece provenir del reino de Cagliostro. En el reino, Lupin conoce a la princesa Clarisse, quien está a punto de contraer matrimonio en contra de su voluntad con el malvado Conde de Cagliostro. Lupin, obsesionado con Clarisse, está decidido a rescatarla de las garras del Conde, a vengarse por los billetes falsificados y a resolver una serie de pistas que lo llevarán a encontrar un legendario tesoro escondido en algún lugar del reino de Cagliostro.

Kazuhiko Kato, mejor conocido por su pseudónimo Monkey Punch, lanzó en 1967 el exitoso manga Lupin III, que contaba las aventuras de Lupin, un ladrón de guante blanco, nieto deArsenio Lupin, el personaje creado en 1907 por  el escritor francés Maurice Leblanc. Lupin y su grupo de amigos se dedicaban a viajar por el mundo robando distintos objetos y huyendo de la policía, que constantemente les pisaba los talones. El manga tuvo tanto éxito, que en 1971 tuvo su adaptación a un anime de 23 episodios, Rupan sansei, de los cuales cinco tuvieron a un joven pero visionario Hayao Miyazaki como director.

Miyazaki ya había trabajado en el departamento de arte de varias producciones japonesas, pero es gracias a Lupin III que logra estar en la silla del director y, en 1979, dar el gran salto a dirigir un largometraje animado para la pantalla grande: El Castillo de Cagliostro (Rupan sansei: Kariosutoro no shiro), película que llevó al cine las aventuras de los célebres personajes de Monkey Punch.

A pesar de ser su debut, Miyazaki hace un trabajo sobresaliente, y con una animación de altísima calidad cuenta una historia que ha sido catalogada por muchos como una de las mejores películas de aventuras. La película es uno de esos casos donde hay demasiadas tramas dentro de una misma historia: mucha acción, una lucha del bien contra el mal, un enredo amoroso, espionaje, comedia, suspenso y un muy buen juego de inteligencia y engaños entre Lupin, El Conde y el inspector Keibu Zenigata. Sin embargo, a cada trama le dedican el tiempo y la fuerza suficientes como para que no se estorben entre ellas, sobresalgan en su momento y en conjunto terminen por formar un sólido largometraje.

Varias escenas han logrado trascender a lo largo de los años y ya se han vuelto icónicas, como la persecución de autos, alabada por Steven Spielberg, que es considerada como una obra maestra del anime, la impresionante y vistosa pelea entre Lupin y el Conde dentro de los engranes gigantes de la torre del reloj, el peligroso e impactante rescate en el techo del castillo, entre muchas otras.

Sin embargo, no todo fue color de rosa con la ópera prima de Miyazaki. Los fans del manga y del anime no recibieron bien El Castillo de Cagliostro, principalmente por el hecho de que Lupin no se comportaba igual; en el manga era más tramposo envidioso e infantil, mientras que en la película se muestra más maduro y generoso: se queda satisfecho con el simple hecho de haber ayudado sin recibir nada a cambio.

El hecho de ser una película “por encargo”, con personajes que no son propios de Miyazaki, adaptada de una historia ya existente y que no fue producida por el Studio Ghibli, ha formado la constante opinión de que El Castillo de Cagliostro es la película menos personal del director. Una opinión injusta, desde mi punto de vista, ya que se nota a leguas su estilo narrativo y la tendencia que tendrían sus ya consagradas películas a lo largo de su carrera, además de haber expresado en varias ocasiones su malestar por no haber logrado plasmar la idea concebida originalmente debido a la falta de tiempo en la producción.

Se conozca o no, guste o no guste la historia de Lupin III, se debe reconocer que El Castillo de Cagliostro es una película inteligente con un gran encanto, llena de simbolismos, divertida, que atrapa y entretiene. Tal vez cuando se escucha el nombre de Hayao Miyazaki se piensa primero en Mi Vecino Totoro o en El Viaje de Chihiro o en El Increíble Castillo Vagabundo. Tal vez El Castillo de Cagliostro es la que menos suena; incluso habrá quien no sepa quién es Lupin, pero finalmente es gracias a Lupin y sus amigos que Miyazaki comenzó su carrera cinematográfica. Sin Lupin, quién sabe si hubieran existido Ponyo o La Princesa Mononoke.

El Castillo de Caglistro se convirtió con el tiempo en un clásico obligado del anime, la película a la cual todos esos abundantes seguidores de Miyazaki deberíamos ver y estarle agradecidos, ya que fue la que permitió que comenzara a plasmar por primera vez todo ese mundo fantástico, toda esa creatividad, todas esas historias que tanto se admiran y que quisiéramos que nunca terminaran.

Por Luis Arredondo