DocsMX | ‘Adiós, amor, voy a luchar’ y la búsqueda en los templos

Después de su primer cortometraje documental A new family (2014), Simone Manetti, presenta Adiós, amor, voy a luchar; un trabajo que persigue a quien decide irse, a quien después de rozar las fronteras de la entrega violenta y torcida de una relación, busca comprender su dolor entre la danza del Muay Thai.

Chantal Ughi, actriz, directora, músico, modelo y fotógrafa italiana, huye de Nueva York a Tailandia para especializarse en el boxeo tailandés. La narración de Manetti hace saltos temporales y espaciales para esbozar un marco de Chantal Ughi pero sin deletrear sus orígenes, sino el punto de quiebre que disloca su carrera previa.

Los saltos temporales implican disrupciones espaciales y experienciales. En el Nueva York underground, de plástica y música que busca fisurar la arquitectónica homogénea y hegemónica del arte, se quiebra la razón y el vínculo fundamental de Ughi con el amor representado por un alemán que en su propia búsqueda, pierde el sentido de ser dos. Ughi se aleja de la violencia amarga y precisa de su novio, rumbo a Tailandia; aún con el hígado en formol y las imágenes distorsionadas por tantos psicotrópicos vacíos.

Manetti encuentra a Ughi después de haber practicado Muay Thai 5 años y regresar a Nueva York. Ahí comienza su seguimiento, busca a Ughi cuando ella misma sin reconocerse en la ciudad de la Estatua de la Libertad, vuelve A Thailandia para pelear por un título mundial.

¿Cómo empezar a creer en uno mismo? ¿Cómo reivindicar los despojos que cuidamos como cuidamos a nuestros muertos? ¿Cómo dar calor a donde sólo hay angustia y soledad? ¿Cómo dejar de beber náusea oscura y creciente? “Vivir es fácil: levantarse, correr y entrenar, una y otra vez”. No, no es tan sencillo. Tan complejo es que la boxeadora italiana recurre a sus recuerdos primigenios: uno aprende a amar según se lo han mostrado. Si uno sólo ha sentido noche infinita, la lengua del diablo y su azote de látigo; si uno sólo ha visto carne horadada, no puede, no podría ofrecer algo más que carne abierta: nunca podría ofrecer la caricia por la sed del buitre.

¿Qué implica, qué significa ser atleta? ¿Qué se abandona para encontrar-se en un ring? ¿Qué tan legítimo es el olvido por la evasión de la disciplina? ¿Vale la pena suprimirse para ganar un cinturón? ¿Qué pasa cuando uno vive para pelear por un título? ¿Qué pasa cuando cancelan la pelea para la que te abandonaste y te ofreciste?

En el campamento donde vive el maestro de Ughi,  en donde cada quien se responsabiliza por sí mismo y la disciplina encausa el maremágnum de quien la habita, ahí también se cobija el sinsentido. Puro sin sentido que termina como todos vamos a terminar.

Adiós, amor, voy hacer cantar los puños, a ver, si con sangre, me encuentro.

Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)