Es difícil adivinar que una cinta protagonizada por el excéntrico líder de los Super Furry Animals, Gruff Rhys, podría culminar en un rescate histórico, una protesta lingüística, una expedición hacia la trascendencia y un viaje al corazón de dos hombres. American Interior (2014), dirigido por Dylan Goch y escrito y estelarizado por Rhys, es un documental fascinante no sólo en sus temas, sino en su peculiar forma, que refleja una imaginación cercana a lo pueril, mientras expresa una espiritualidad madura. El viaje de Rhys en busca de John Evans, un explorador galés que en 1792 decidió abrirse paso por la inhóspita e inexplorada intemperie estadunidense para encontrar una tribu galesa establecida ahí, según una leyenda, alrededor del siglo XII, combina un bobo sentido del humor, resumido en la marioneta de John Evans que acompaña al músico en su viaje, con entrevistas a académicos y figuras de la nación mandan para entregar a la audiencia una experiencia honesta, divertida, informativa y enaltecedora.
Gruff Rhys claramente se identifica con Evans no sólo por su corazón viajero, sino por su defensa del idioma galés. La lucha de ambos personajes encuentra un eco en los últimos hablantes de la lengua mandan, que combaten el olvido en una tierra obsesionada con la modernidad y el consumo. Al borde de la agonía, la cultura se convierte en un acto de rebelión, y la significación histórica es garantía de la existencia. Rescatar a Evans, al mandan, al galés, es para los cineastas y varios de sus entrevistados una forma de mantener vivo un pensamiento mitológico, necesario para contrarrestar los errores del presente. “Todo alrededor de nosotros en este universo nos da vida”, explica un músico mandan con lágrimas a punto de escaparse, fiel de la integración del hombre con el mundo. La persistencia de estas ideas, expresan Goch y Rhys, puede salvarnos del caos. Recordar no es un acto nostálgico, sino uno de salvación.
La creación de un nuevo álbum basado en las aventuras de Evans muestra esta memoria en acción. La nueva música de Gruff Rhys es una reconstrucción del pasado, de la geografía y de los lenguajes con los que estuvo en contacto Evans. El presenciar este proceso mientras los cineastas visitan los lugares donde estuvo el explorador muestra el tiempo como un continuo donde, como lo aseguró William Faulkner, “el pasado nunca está muerto”; está en convivencia con el porvenir y forma el presente, evidencia de lo que fue y lo que será. Los asistentes a los conciertos donde Rhys explica la historia de Evans mientras toca lo que ha compuesto hasta el momento e improvisa nuevos arreglos, también perciben estas ideas; incluso un par de ellos describe de manera, acaso simple, lo que es el documental: “Tiene mucho sentido del humor, pero a la vez no”. La risa no es sólo un complemento para la clase de Rhys, sino un método de enseñanza que, con su vasta posibilidad de empatía e integración, convierte a la audiencia, ya sea en la sala de conciertos o en el salón de clases, en una comunión y una máquina del tiempo: una posibilidad de presencia.
Con American Interior, Rhys y Goch han creado algo mayor a una pieza de un proyecto multimedia para explicar el proceso creativo de un músico inspirado por un explorador; su documental es un ensayo coherente, atractivo y verdadero sobre la lucha del hombre contra la muerte, pero no en un sentido físico. La inmortalidad es la acción en el mundo, que repercute de manera inevitable mediante los rastros que vamos dejando, sean los mapas de John Evans, que guiaron a Meriwether Lewis y William Clark en sus viajes por Estados Unidos, o los idiomas que han intentado sobrevivir al colonialismo y después al consumismo, para recordarnos que somos sólo materia en reconstrucción, ni superior ni inferior a la infinita presencia de la vida, sino su esencia misma.
Por Alonso Díaz de la Vega (@diazdelavega1)
