El Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) decidió en su primera edición híbrida reducir el número de funciones presenciales y darle un poco más de peso a las virtuales a través de su plataforma, que en el primer día de operaciones reportó más fallas que un servidor gubernamental.

Una vez resueltos los problemas tecnológicos, las primeras películas disponibles compartieron una fuerte inclinación por el cine de género –tendencia que se consolida cada vez más en festivales internacionales– con resultados que van de lo sobresaliente a lo deficiente.

As in Heaven
Dir. Tea Lindeburg
Sección: Discovery

Son raras las óperas primas con la seguridad y gracia de las que hace gala la cineasta danesa Tea Lindeburg, y que además puedan sacudirse de encima nombres de cineastas consagrados, clásicos o contemporáneos, a los cuales asirse para referenciar en su propio trabajo. No estamos ante una obra excepcional, ni una reinvención del cine como se esfuerza la prensa y programadores por hacer surgir en cada festival, esta es una película que desde el inicio establece de forma contundentemente simple sus temas y el desarrollo que estos tendrán.

En el primer plano de As in Heaven (Du som er i himlen, 2021), una joven llamada Lise (Flora Ofelia Hoffman) camina en un edénico campo de trigo, se detiene para recoger un diente de león y lo deshace de un soplido. Los restos de la flor se disipan hasta formar una nube que crece ominosa hasta cubrir el sol, posteriormente se disipa en una fina lluvia de sangre. El largometraje se mueve en contrastantes extremos, finamente unidos por la puesta en escena de Lindeburg que con extraordinaria habilidad teje situaciones imaginarias con las vividas, no para crear un estado deliberado de confusión, sino para acentuar el lúdicamente opresivo ambiente habitado por Lise: un mundo de férreo fundamentalismo religioso que en manos de Dreyer nos dio tanta belleza.

Lise crece en una granja en la Dinamarca rural del Siglo XIX y su deseo de estudiar es mal visto por toda su familia, excepto su embarazada madre Anne, quien reafirma a su hija la bondad de Dios diciéndole que “él tiene grandes planes para ella”. La crueldad –¿o indiferencia?– de Dios se presenta sin el tremendismo de quienes buscan imitar el efectismo de Michael Haneke, Lindeburg mantiene una tensa armonía que sólo una mano segura detrás de la cámara es capaz de sostener. As in Heaven podría parecer un edicto contra la ignorancia, más bien es una dura y serena aceptación de la voluntad divina, manejada con la certeza de que un rezo es siempre escuchado.

Dug Dug
Dir. Ritwik Pareek
Sección: Discovery

Hablar de religión hoy es anacrónico, sin embargo, pocos temas tienen la misma capacidad y vigencia para entender cómo cualquier fenómeno actual es susceptible de ser radicalizado, no importa si es extraño o inusual. En Dug Dug, el cineasta hindú Ritwik Pareek explora de forma lineal, transparente y hasta simple un fenómeno tan complejo como el surgimiento de la fé y la manera en la que ésta puede ser indistinguible de la superstición.

La película inicia con la muerte de un hombre alcohólico de 40 años llamado Thakur, quien, después de una noche de serena ebriedad, sale en su motocicleta y sufre un accidente que parte su cuerpo en dos. La motocicleta sale ilesa del choque y es resguardada por la policía, no obstante, todos los días vuelve a aparecer en el lugar de la tragedia, llevando a los habitantes locales a creer que el espíritu de Thakur, de alguna forma, se ha trasladado a su vehículo. Ante el extraño suceso, la gente comienza a hacerle ofrendas a la moto y eventualmente se convierte en una auténtica divinidad, capaz de rivalizar con el mismísimo Rama.

Aunque al inicio aparenta tomar la ruta de los thrillers absurdos del francés Quentin Dupieux, Pareek sólo usa ese tono enrarecido como punto de partida para exponer, sin complejizar o matizar, la contagiosa y veloz expansión de la devoción religiosa y la acrítica imposición de preceptos religiosos sobre lo inexplicable. Haciendo uso de un veloz montaje, efectos estroboscópicos y chillantes colores neón, Pareek se instala en la misma vena de películas recientes como Divino Amor (Gabriel Mascaro, 2019) o Medusa (Anita Rocha Silveira, 2021), ambas producciones brasileñas comparten con Dug Dug su espíritu satírico, aunque no su agudeza. En un momento en que el fetichismo toma un lugar predominante en la cultura visual, un proyecto como este aspira a convertirse en aquello que crítica: un bizarro objeto que busca despertar el fervor de una audiencia fácilmente impresionable.

Kicking Blood
Dir. Blaine Thurier
Sección: Contemporary World Cinema

Aunque se mencionan a George Romero y Stuart Gordon como referencias centrales, quizás el ánimo y estilo de una película como Kicking Blood es mucho más cercano al tono reflexivo –sin la ironía, ni estilo– de Jim Jarmusch en Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive, 2013) o el Abel Ferrara de La adicción (The Adiction, 1995) menos la audacia. Tomando como figura central el muy desgastado mito de los vampiros, lo más reciente del cineasta Blaine Thurier es una película melancólica de vampiros que se cuestionan la futilidad de su inmortalidad, con un guión al nivel de Tommy Wiseau sin su encanto camp.

Kikcing Blood no intenta cubrir sus deficiencias con estilo o violencia, más bien asume la profunda depresión de sus protagonistas. Anna (Alanna Bale) es una joven vampiresa decepcionada con la vida eterna y su mejor amiga, una mortal, padece una enfermedad terminal. A partir de su encuentro con un joven suicida (Luke Bilyk), Anna comienza a cuestionar cada vez más si desea seguir viviendo eternamente. A pesar de llegar a niveles tímidamente risibles, la película de Thurier es efectiva en transmitir el tedio alrededor de sus bellos y dolientes humanos y vampiros. Hasta se extraña la ridiculez involuntaria de la saga de Crepúsculo, al menos ahí los vampiros brillaban.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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