‘Cristiada’: Rambo bien podría ser beato

En tiempos de Plutarco Elías Calles, éste con ayuda del congreso aprueba una serie de leyes que acotan el poder el clero en el país, lo que muchos ven como una limitante para ejercer la libertad de religión, en especial la católica. Algunos líderes católicos deciden tomar acciones en contra de dichas leyes, el descontento va en aumento ante la negación de Calles de terminar con las reformas.  Los católicos, acorralados por la situación, se ven “obligados” a tomar las armas. Esa es la historía de Cristiada.

Olvidemos el debate sobre la veracidad histórica de Cristiada (For Greater Glory, 2012), aquí haré un voto de confianza hacía Juan Pablo Reyes –periodista e historiador aficionado– que me asegura no haber visto una película más “ históricamente correcta” que ésta.

Con eso descartado, sigamos. Negar el panfleto de ideología católica que se esconde detrás de la cinta sería como decir que el Ku Klux Klan es una organización de beneficencia a favor de la comunidad afroamericana o que Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995) es el largometraje con más testosterona de Clint Eastwood.

Al igual que El infierno (2010), Cristiada es victima de las ideas que le dan sustento. Al ser un panfleto es necesario que sus personajes se reduzcan sus matices al mínimo. Inclusive, en algunos casos, terminan caricaturizados como en el caso de Calles (Rubén Blades) o Victoriano ‘El Catorce’ Ramirez (Oscar Isaac), pocos tan rancheros como él. Los conflictos se reducen al básico buenos contra malos. Como todo melodrama apela a las emociones.

De esta forma, tenemos a Eva Longoría como Tulita haciendo cara de virgen de estampita; Peter O´Toole como el párroco más buena onda de provincia; y así podríamos seguir con cada uno de los personajes, pero quedémonos con el de Andy García.

El actor da vida al general Enrique Gorostieta Velarde, quien es el hilo conductor de la historia. Gorostieta comienza como un ateo interesado sólo en el bien de su familia, después pasa a ser un mercenario al servicio de los cristeros, y al final se convierte a la causa y emula el desenlace de Butch Cassidy and the Sundance Kid (1959).

Obvio, acercarse a la religión redime a Gorostieta de haberse vendido cual prostituta. Él termina por convertirse en una especie de héroe de acción, alguien tiene que hacer el trabajo sucio de El Señor y ser el vengador que el catolicismo necesitaba. Al igual que Rambo la violencia que provoca es indispensable para erradicar a los malvados.

No se pierdan el Oscar Clip de Andy García al pronunciar el discurso de “tengo un don” y vengo a usarlo con ustedes, no tiene precio.

La metamorfosis del general se debe en gran medida al contacto –nada sexual– que tiene con José (Mauricio Kuri), un niño que se une a la lucha después de ver como fusilan al sacerdote de su pueblo (O´Toole). José encarna la inocencia interrumpida por el calor de la guerra, es el futuro por el que los cristeros pelean, el destino –y el guión– quiso que su devoción y fidelidad al movimiento fueran castigadas al más puro estilo del viacrucis, con todo y caída, para convertirlo en un mártir. Esos son los extraños designios de Dios.

Cristiada está hablada en inglés y es, según sus anuncios, el largometraje más caro en la historia del cine nacional. La inversión vino de una organización llamada los Caballeros de Colón, anclada en ambos lados del Río Bravo, quienes, literal, se mandaron a hacer su película. El uso de un idioma distinto al nativo, argumentan sus productores, se debe a un cálculo comercial y no es que todas las cintas tengan que ser como Bastardos sin gloria (Inglorious Basterds, 2009), pero dicho “cálculo” sólo confirma su cáracter de panfleto y propaganda. Si la historia era lo suficientemente universal, ¿para que agringar el largometraje? ¿Imitar el modelo de héroe de acción estadounidense no era suficiente?

Dean Wright –gringo, por supuesto– debuta como director en este largometraje, la mayoría de su trabajo anterior la desarrolló en área de efectos especiales. Wright completa cada secuencia con solvencia, su trabajo era no cometer errores ni excederse. Como quien dice tenía que hacer la talacha y en ese sentido, cumple. Los excesos melodrámaticos estilo La Rosa de Guadalupe en el libreto, no son pecado de Wright sino de Michael Love.

No se puede negar que Cristiada trata un tema valioso: la libertad de culto. Cada ser humano es libre de creer en aquello que dicte su conciencia, en eso tiene razón. Sólo espero que lo recuerden la próxima vez que alguien piense diferente a lo que dictan sus preceptos. Cuando alguien decida que su Dios no es el de la Biblia, sino el del Corán, el de la Torá, Jehova, la madre naturaleza, Buda, o aquello en que cada quien determine creer.

Después de todo, si Dios existe, él nos hizo libres de elegir, ¿no?

Por Rafael Paz (@pazespa)

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